La semana pasada, Europa Press publicó una noticia que llevaba por título “El alumno con mejor nota de la EvAU de Madrid quiere estudiar filología clásica”. Y, lo sorprendente no es el titular, al fin y al cabo, todos los años se comenta qué van a estudiar los mejores expedientes de la “selectividad”, sino la retahíla de comentarios que aparecieron en Twitter a su costa.

Supongo que todos os imagináis de qué estoy hablando, porque estoy segura de que todos los habéis sufrido alguna vez. Cosas como “Y tú, con lo lista que eres ¿no deberías estudiar una carrera más difícil?”, “¿Nunca has pensado que vales para más de lo que haces?”, “Pues podrías hacer/haber hecho…”… La lista es interminable, pero, básicamente, te están diciendo que, lo que tú quieres ser, importa más bien poco.

Y, no penséis que esto sucede solamente con las carreras de letras, también sucede (y mucho) con las de ciencias. Y, si tienes la carrera, querrán que tengas un máster. O dos. O que hayas terminado una tesis doctoral antes de los 30. Y, si ya lo tienes, que te hayan dado premios. O que tengas una nómina millonaria aunque no te queden horas en el día para disfrutarla.

Ese es el mundo en el que nos ha tocado vivir. Uno en el que te dicen qué es lo que está bien, y qué es lo que está mal. Un mundo en el que no hay espacio para sueños pequeños (o grandes, según como se mire). Un mundo en el que el éxito se mide en un expediente, en el sueldo que cobras a fin de mes o el número de seguidores que tienes, pero no en términos de felicidad, ilusión o a mor por lo que haces.

¿Quién querría cumplir su sueño, si luego va a haber un montón de gente que lo critique? Pues sí. Yo quiero. Y, supongo que mucha más gente también. Básicamente, porque si estudias, eres responsable y sacas buenas notas, ¿no es precisamente para poder elegir lo que quieras? Llamadme ilusa, pero eso es, al menos, lo que siempre he pensado.

Siempre va a haber gente que critique. No se si habéis leído alguna vez el cuentecillo sobre el padre y el hijo que van en burro y a los que, suban por turnos, uno, otro, los dos o ninguno, les llueven las críticas. Siempre va a haber gente dispuesta a criticar, gente para la que, hagas lo que hagas, nunca va a ser suficiente. Así que, quizás debamos plantearnos si realmente es más importante conseguir la aprobación de los demás que cumplir nuestros sueños.

Y, además, está el hecho de que todas las profesiones son importantes. Necesitamos buenos maestros que enseñen con amor e ilusión, médicos que quieran quedarse en nuestros centros de salud, humanistas que nos ayuden a salir del vacío filosófico en el que vivimos actualmente, cocineros que nos saquen una sonrisa con un buen plato, y electricistas que nos arreglenel sistema eléctrico cuando haya una subida de tensión.

Así que, voy a hacer una petición. Dejadnos ser nosotros mismos, y dedicarnos a lo que nos guste. No todo el mundo tiene que llegar a la luna, encontrar la cura del cáncer, fundar una empresa que cotice en el IBEX o ganar un premio Nobel. La mayoría de la gente nos conformamos con hacer algo que nos guste, vivir, ser felices y diseñar nuestra propia vida.

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