A dos días de las próximas elecciones, y con un creciente sentimiento político que nos ha entrado a todos, creo que es un buen momento para sugerir nuevas ideas que se puedan incluir en los próximos programas políticos.

En concreto, quiero proponer una distinción en el mundo en función de dos tipos de personas. Y digo mundo, porque he salido fuera de España y he visto lo mismo. Esto trasciende a unas elecciones nacionales, es mucho más «gordo».

Una vez más, suena muy pretencioso dividir a toda una sociedad en solamente dos categorías pero, creo que se puede hacer porque, al final, generalmente, todo es blanco o negro, bueno o malo, calvo o con pelo, o de izquierdas o de derechas.

Pero esto es solo una opinión. Por supuesto, hay muchos seres humanos que consideran que entre cada específico extremo existen una infinidad de puntitos con características totalmente distintas.

No obstante, yo me quedo con lo que denomino “extremismo vital”, y divido a la sociedad en dos categorías que, en este artículo y por no emplear ningún término malsonante, van a ser acogidas bajo los términos Alfa y Omega.


En Alfa, vamos a meter a los listos, educados y empáticos. En cambio, en Omega vamos a mandar a los cargantes, pesados e intensos. Es decir, en Omega vamos a aglutinar a esas personas que hacen cosas raras y molestas, y en Alfa a aquellas que, por lo general, no causan ningún mal.

La gran distinción

Vamos a partir del punto de que a todos nos ha tenido que pasar, en algún momento de nuestras vidas, una situación similar a la que a continuación me dispongo a contaros: contacto físico evitable (que alcanza su máximo esplendor con el manspreading), ruido, chillidos, móviles en volumen, gente viendo vídeos sin cascos, gente dándote una chapa insoportable, etc, etc.

Demos un paso más, y movámonos hasta un lugar público (porque cada uno en su casa y/o espacio privado que haga lo que le dé la gana). En concreto, acerquémonos hasta el metro (ya que es el escenario perfecto para que pasen todo tipo de situaciones desagradables). De repente alguien estornuda, tose, o hace algo peor y acto seguido agarra la barra dejando todos sus gérmenes y virus impregnados.

Esta situación tan básica sirve de prueba que hasta en lo más cotidiano y simple, se encuentra una gran diferencia de educación.

Un Alfa jamás agarraría una barra pública con su propia mano después de haber dejado en ella sustancias de dudosa salubridad. Tampoco tosería con ganas en la cara de otra persona.

Vayámonos ahora a un viaje: en avión, coche, bus, tren, burro o en el mismo peregrinaje a Santiago. La cosa es que estás tan tranquilo, leyendo tu librito, viendo tu serie en Netflix, escuchando tu musiquita, mirando el paisaje o pensando en lo que vas a hacer el fin de semana o a lo largo de tu «intensa» vida, cuando al Omega de justamente detrás le empieza a sonar el teléfono.

Para mí, en estos momentos, la desgracia se ha hecho, todo está perdido. Mi humor ha cambiado, si es que antes llegó a ser bueno.

Muchos podéis pensar, si al Omega le ha sonado el teléfono, no quiere decir que todo esté perdido, puede que coja el teléfono en voz bajita y diga que está de viaje que mejor luego le llama.

Pues no. Esta situación nunca va a pasar. El Omega no va a tener un volumen de voz normal. Va a ser especialmente alto, desagradable y chillón. Todo su entorno, en un radio de 4km se va a enterar de la estúpida conversación que acontezca por teléfono. Adiós a la serie en Netflix, adiós a tus pensamientos, adiós a la música. Es insalvable.

El «no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita», tiene su versión en todo esto. «No es más rico el que más chilla, sino el que va en silencio». Me lo he inventado yo, pero creo que es una verdad como un templo que se debería incluir en el refranero español.

Otros muchos pensaréis que es culpa de las nuevas tecnologías que no paran de crear aparatos que producen ruidos molestos y nos hacen comportarnos como tontos. Pues también os equivocáis, porque si hay algo peor que a un Omega le suene el teléfono, es que un Omega se encuentre con otro Omega.

Esto ya… es digno de película, porque no solo escuchas a uno ¡es que escuchas a los dos! Y este castigo… es equiparable a la muerte de águila de sangre de Vikings. Por lo menos.

Lo mismo con los bebés que lloran y los perros que ladran. Igual con menos culpa pero Omegas al fin y al cabo.

Hay otro tipo de Omega, que es un poco más encubierto que el resto del sector. Ahora nos toca hablar de esa persona molesta, que no propiamente sucia, maleducada, gritona (…). Simplemente, poco empática.

Es una parte complicada de analizar porque no tiene mal fondo, pero a los Alfa les resulta soporífero e insoportable. Este Omega es aquel que no para de hablar y te cuenta cosas sin cesar que no te interesan lo más mínimo.

Sí, yo también necesito un doble para cuando me están contando cosas que no me interesan.

Resulta muy duro, porque a esta persona si te la encuentras ya no te libras ni para atrás, y tienes que desarrollar una técnica de huida o camuflaje, que te haga pasar desapercibido y disfrutar de tu trayecto o momento solo. Tranquilo.

Aquí creo que se encuentra el principal problema. Seamos realistas. Gracias a Dios personas malolientes, ruidosas, voceras, etc, hay pocas. Siendo optimistas podríamos decir que un 10/20%. Pero, en cambio, personas no empáticas y chapas, hay muchas más.

Y no puedes hacer nada, de nada sirve que intentes cambiar de tema, les expliques que eso no te interesa o huyas de ellas durante un tiempo. Siempre te acaban encontrando y repitiendo otro soneto de algo que ni siquiera llegarás a escuchar, que sí a oír.

Y es que, digo yo que, si el silencio existe es por algo. Aboguemos por los momentos en los que reina esta maravillosa creación, aunque sea incómodo ¡qué más da!, porque el silencio solo debe romperse si es para mejorarse.

No a las conversaciones estúpidas ni a las historias absurdas que no nos interesan. Agotan.

Y ya no es que lo diga yo. Lo dijo Pitágoras también: «El comienzo de la sabiduría es el silencio». Puede que lo dijera en otro contexto (en el de escuchar lo que te están contando) pero, fuera como fuese, nos quedamos con el trasfondo de la frase que es que para poder ser un Alfa, hay que respetar el silencio, la tranquilidad del mundo y el espacio vital de cada uno.

Y aquí toda mi reflexión sobre el bien y el mal.

Problemas del primer mundo que al final son una absurda queja sin importancia pero que, si nos esforzásemos todos un poquito, seríamos mucho más felices.

Así que, amigos políticos o, tal vez directamente, influencers, youtubers, o cualquier ser que tenga la capacidad de conseguir que todos respetemos un poco la educación de los Alfa…

… abrid vuestros programas políticos y añadid un nuevo apartado, subid videos a Instagram que den voz a todos los que vivimos estas situaciones, e interceded por la calma en las calles, por la alegría en los rostros cuando se escucha el silencio y el cantar de los pájaros. En paz.

Y el día que lo consigáis, a vosotros os deberemos el disfrute del transporte público, de los viajes a casa, de las calles y zonas públicas, de los niños jugando en los parques. Tenéis mi voto y, como no, también  mi follow.

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Un comentario en «Divide y vencerás (la sociedad)»

  1. Tienes mucha razón, pero creo que tiene arreglo si se empieza por la educación desde pequeños. Si se enseñan unos buenos hábitos y costumbres desde pequeños ,ahi quedan

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