La vida de todo ser humano, se asemeja a un árbol de decisión con múltiples finales posibles. Hablar sobre este tema resulta ideal justo ahora que han sacado en Netflix la película interactiva de Black Mirror «Bandersnatch». En el filme, se deja a elección del espectador, la toma de una serie de decisiones que cambiarán el desarrollo de los hechos. Esta original innovación cinematográfica defiende la teoría de que existen múltiples realidades en función de cada acción escogida (aunque, en un discurso dominado por LSD, Colin deja caer que estas «aparentes» decisiones están controladas y manipuladas desde el inicio).

En cualquier caso, no voy a hacer una crítica sobre la película sino que, simplemente, Bandersnatch nos va a servir de base a la hora de plantear la siguiente cuestión: ¿es mejor arriesgar o quedarse en la zona de confort?

En determinadas ocasiones, las variantes que va tomando el camino son impuestas por una «obligación inevitable» (por temas de salud, exigencias legales u obligaciones morales, etc). Otras veces, son opciones que van apareciendo, creando a su paso dilemas mentales en nuestras cabezas.

Sean del tipo que sean, las decisiones suponen que el rumbo de nuestras vidas no es único ni invariable sino que puede tomar diversos caminos.

Además, estas decisiones (que pueden tener varios grados de impacto) aparecen en todo tipo de ámbitos: laborales, relacionales (amor, amistad o, incluso familiar), de creencias, prácticas y valores, etcétera.

Para todos aquellos que creen en el destino, definido como sucesión inevitable de acontecimientos; estos caminos siempre desembocarán en uno que cuenta con una causa predestinada de la que no se puede escapar. Así, la elección entre una decisión u otra es menos complicada ya que, hagan lo que hagan, entenderán que es lo que siempre tuvo que pasar.

No obstante, vamos a partir de la hipótesis de que, este flujo de decisiones, sí que tiene un impacto en nuestras vidas y no está predefinido de antemano, siendo que cada decisión que tomemos hará que nuestra vida siga un camino totalmente distinto al que hubiese tomado siguiendo una decisión contraria.

En resumen, la toma de decisiones será fundamental porque definirá el camino que nuestra vida irá tomando.

Hablemos entonces de las decisiones más complicadas que, en mi opinión, son aquellas en las que sí que podemos decidir y, además, nos hacen debatir entre salir de nuestra zona de confort o tomar un cambio que implica riesgo.

ESTABILIDAD Y CONFORT VS RIESGO Y CAMBIO

La zona de confort es la situación en la que, mediante conductas repetidas y rutinarias, se evita el cambio y se mantiene una posición en la se está «a gusto».

La costumbre encabeza la decisión y se apodera de cualquier otro tipo de actuación.

¿Para qué cambiar si estás muy bien ya? Parece no tener sentido acudir a lo desconocido cuando eres muy feliz en tu punto actual (o feliz a secas o, simplemente, no te quejas ¡qué más da!).

En el lado contrario de la balanza, encontramos el riesgo del cambio, entendido como la contingencia o proximidad de un daño: «tú cambia que te la puedes pegar».

En un momento dado, nace una oportunidad que te abre las puertas para salir de tu zona de confort pero que, paralelamente, no garantiza el éxito que ya tenías antes.

¿Por qué oportunidad y riesgo van juntos de la mano?

LA ORIENTACIÓN DEL REFRANERO ESPAÑOL

El refranero español representa uno de los compendios de sabiduría popular más importantes de la historia. Habrá quien niegue esta afirmación, pero no podrá rebatir lo útil que nos resulta a veces (personalmente, soy fan incondicional de su uso diario).

En este caso, a la hora de recurrir a los refranes para obtener respuesta sobre las decisiones parece que, de inicio, el refranero se ha acomodado en una postura de seguridad y rechazo al cambio.

«El que mucho abarca, poco aprieta», «más vale pájaro en mano, que ciento volando» o «más vale prevenir que curar», son ejemplos que muestran la actitud de estos dichos.

En general, los refranes acogen la postura de que más vale contentarse con lo que ya se tiene, antes que buscar o aceptar un cambio que entrañe un riesgo.

No obstante, encontramos también algún indicio pro-riesgo, en la conocida variante oral «quien no arriesga no gana» del original «quien no se arriesga no pasa la mar». Muy marítimo todo.

Así que hay refranes para apoyar la decisión que tomemos, sea cual sea.

VALENTÍA, MOTIVACIÓN Y PROBLEMAS

En la película de Disney El rey león, Mufasa nos deja la siguiente reflexión «ser valiente no quiere decir que debas buscar problemas».

Este mensaje va un paso más allá, y deja claro que la valentía no tiene que ir ligada a la inminente llegada de un problema. Supone que hay que aceptar los cambios, e incluso buscarlos, siempre y cuando los mismos se encuentren dentro de unos límites que eviten los problemas.

Hay otras teorías en la línea que defienden el cambio en caso de que el mismo nos motive más que la estabilidad.

De aquí, podríamos sacar un teorema (que me he inventado mientras redactaba el artículo), con dos variables principales: la motivación y los problemas.

La ecuación podrá complicarse hasta el infinito, incluyendo indefinidas variables que uno mismo pueda considerar decisivas. Cuantas más, peor. Cuanto más se complique la ecuación, más compleja será la toma de decisiones.

El «teorema inventado» en una situación básica, dirá algo así como que hay que aceptar el cambio, siempre y cuando los problemas que de él vayan a resultar sean menores o iguales a cero y, además, la motivación que nos genere el mismo sea superior a la que nos genere nuestra zona de confort. Es decir, aceptaremos el riesgo si se dan ambas condiciones y lo rechazaremos en caso de que ambas se incumplan.

Los problemas vienen cuando una condición se da y la otra no y, consecuentemente, es difícil determinar que peso darle a cada una para poder descifrar si efectivamente el cambio tiene un valor positivo.

En estos casos, creo que la ponderación de cada variable depende de la persona, no existiendo una ponderación igual para dos casos.

Además del «teorema inventado», siempre nos quedarán teorías de costes de oportunidad o acudir al auxilio de la lista de pros y contras que, mentes controvertidas y rebuscadas, tratarán de igualar hasta el infinito, haciendo de la toma de decisión una verdadera batalla mental espartana.

CONCLUSIONES

Como dijo Gladiador, «no nos ocurre nada que no estamos preparados para soportar».

En defensa de los cambios, la mayoría de las personas que se arriesgan, aseguran que les ha funcionado y que, en caso contrario, han podido retroceder y volver a su punto anterior de confort. Ojo, porque esto no siempre es posible; puede que cambies, «la líes» y no puedas volver atrás.

«Si no lo intentas, nunca lo sabrás».

Los más optimistas argumentarán con un ¿qué puede salir mal?

¿Y tú?

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