El pasado sábado día 14, se registraron dos explosiones en el centro de Mogadiscio, capital de Somalia. La primera detonación y la más sangrienta, fue provocada por un camión cargado de explosivos en una de las calles más concurridas de la capital. Habitantes relatan que la onda expansiva se sintió en toda la ciudad y provocó una columna de humo de tres kilómetros de altura. Según expertos del gobierno somalí, esta bomba estaba probablemente destinada al Ministerio de Exteriores. Sin embargo, el vehículo fue detenido para una inspección policial en el camino; por lo que el atacante tuvo que improvisar y se saltó el control policial, estrellando el camión contra una barrera y haciéndolo estallar. Además, la explosión incendió un camión cisterna lleno de combustible, lo que agravó la situación y causó más víctimas. La segunda detonación, de menor intensidad, fue a los pocos minutos cerca de un mercado en otro distrito de la ciudad.

La mayoría de las víctimas son civiles, aunque también se han encontrado altos cargos gubernamentales y trabajadores de los servicios de emergencias. Respecto al balance de fallecidos y heridos, el gobierno somalí ha afirmado que será prácticamente imposible dar cifras exactas, ya que hay decenas de personas desaparecidas y muchas familias han enterrado rápidamente a sus parientes. Por su parte, el presidente Mohamed Abdullahi ha hecho un llamamiento para pedir donaciones urgentes de sangre y ha declarado tres días de luto oficial.

A pesar de no haber sido reclamado por ninguna organización, todo apunta a que el responsable es el grupo terrorista Al Shabab, fundado hace una década y adherido a la organización yihadista Al Qaeda desde 2011. Según expertos, “ningún otro grupo en Somalia tiene la capacidad de armar una bomba de este tamaño”. Al Shabab tiene un largo historial de atentados con este tipo de explosivos en el país, además de ser conocido por evitar reivindicar ataques que puedan dañar su imagen, como sería este caso. Desde que fueron expulsados de las ciudades, sus miles de integrantes controlan zonas rurales de Somalia, aunque también han atentado en países vecinos como Kenia.

La presencia de Al Shabab ha incrementado la inestabilidad en Somalia, y por ello ha crecido la inmigración de sus habitantes hacia Europa, huyendo de la pobreza y la violencia. De hecho, acabar con esta milicia  es una de las prioridades del gobierno del país: en febrero de este año, Mohamed Abdullahi  fue elegido presidente, con un plazo de dos años para culminar la lucha contra el grupo terrorista. Finalmente, es importante destacar que desde la elección de Donald Trump como presidente de EEUU, el Ejército estadounidense ha intensificado su relación y su presencia en Somalia, lo que ha causado rechazo por parte de Al-Shabab, que prometió aumentar sus ataques.

Reacciones internacionales

A pesar de que la magnitud del atentado no haya sido reflejada en los medios de comunicación ni en la preocupación de la sociedad, las reacciones internacionales han sido inmediatas. Qatar ha sido uno de los primeros países en condenar el ataque, y Turquía ha aportado apoyo tanto militar como médico a Somalia, trasladando heridos a sus hospitales. La Unión Europea también ha apoyado al Gobierno Somalí y ha insistido en la necesidad de derrotar el terrorismo. Estados Unidos, por su parte, ha calificado el atentado como “ataque cobarde”. El mundo entero condena los ataques, pero el terrorismo no necesita ser aprobado, sino erradicado.

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