‘Declaración de Arnaga’, así se ha llamado el circo mediático que ETA montó hace unos días en Cambo, Francia.

ETA se trasladó a Francia para escenificar su circo, ese circo obsceno que pretende poner el contador de su historia a cero, dar carpetazo a toda su trayectoria de sangre y terror. Ese es el circo que quiere vender ante la opinión pública y fundamentalmente, ante la opinión mediática.

En esa escenificación, ETA contó con ‘estimables’ cooperadores que en diferentes momentos de la historia, de uno u otro modo, han venido a apoyar o justificar a los terroristas. Cooperadores, aliados, cómplices, amigos, llamémoslo como queramos. Entre ellos, el PNV, del cual todos sabemos cuál ha sido su posición tradicional en los años del terror de ETA: mirar a otro lado y recoger las nueces mientras los terroristas mataban día sí y día también. Sus testaferros políticos, EH Bildu, por supuesto no podían faltar a la cita. También estuvieron otros partidos nacionalistas y Podemos, que sigue empeñándose en suicidarse políticamente hablando, ya que si piensan que posicionándose cerca de ETA les va a deparar algún tipo de beneficio electoral, van listos. No es nueva la complicidad que el partido de Pablo Iglesias ha mostrado históricamente con la banda terrorista. Desde hacerse fotos con exmiembros y miembros de ETA, pasando por calificar a Otegi como “hombre de paz y necesario para terminar con el conflicto” hasta llevar en sus listas electorales a personas que han pertenecido a ETA, alguno condenado por pertenencia a banda armada, y que gracias a ir en esas listas, han conseguido hoy estar cobrando de la Administración pública.

Entre ese circo mediático, esa campaña publicitaria para blanquear la imagen de ETA, las víctimas se hallan desamparadas. Solas y abandonadas por un Gobierno que permite que ETA marque el camino y las condiciones de su presunta disolución, en vez de ser el propio Gobierno quien, haciendo uso del Estado de Derecho, disolviese políticamente a los herederos de ETA. Porque, una cosa que no debemos olvidar, es que ETA no se disuelve porque ellos así lo decidan. ETA fue derrotada policialmente por el Estado de Derecho hace bastante tiempo. Y no le debemos nada por ello. Lo único que falta para mandar a ETA al basurero de la historia es acabar política y moralmente con ella. Hay que dar esa batalla porque los terroristas están dispuestos a darla, porque están sedientos de impunidad.

Los terroristas de ETA quieren hacer lo mismo que los golpistas catalanes con el ‘procés’. Vender una imagen victimista fuera de España. Sí, los asesinos pretenden vestirse de víctimas, hacerse los pobrecitos, dar lástima. Y ya anuncio que el bochornoso espectáculo de Cambo fue el primer ejemplo de esa escenificación del circo de ETA, pero no será el último.

Lo que a mí más me preocupa es el daño que esto causa a nuestra democracia, a su prestigio. ¿Por qué se ha permitido que ETA venda este circo y montase esa escenificación? ¿Por qué el Gobierno lo ha permitido? ¿Es que no se da cuenta del daño que supone para el prestigio de la democracia española el que unos asesinos se paseen por territorio de nuestros socios europeos vendiendo un relato que no es veraz?

Nos ha pasado lo mismo que con los golpistas catalanes. No hemos sabido contrarrestar la propaganda del nacionalismo. Esa batalla, la de la propaganda, los demócratas la tenemos perdida. Hay que reconocerlo. El nacionalismo es experto en eso. Hemos dejado que, en este caso, los verdugos, marquen la agenda de los acontecimientos. Que los verdugos decidan cuál es el camino y cuáles han de ser los pasos a seguir. Eso es inaceptable, eso es bochornoso para nuestro sistema democrático. Eso daña fundamentalmente la imagen de nuestro sistema democrático. Un sistema democrático que garantiza los derechos y libertades fundamentales.

Si se sigue dejando que ETA blanquee su imagen, si se sigue dejando en el olvido a las víctimas, si se cede ante el chantaje nacionalista y se accede a otorgar privilegios penitenciarios a los asesinos, si seguimos dejando que terroristas como Josu Ternera sigan riéndose de todos nosotros y sin cumplir condena, si dejamos que los herederos políticos sigan usando las instituciones de todos los ciudadanos para legitimar la trayectoria del terror de la banda, si seguimos sin esclarecer los más de 300 crímenes de ETA que todavía hoy no se han resuelto, si seguimos contribuyendo, con la omisión, a desprestigiar nuestra democracia, puedo asegurar que el fin de nuestro Estado de Derecho, de nuestro Estado del Bienestar, en definitiva, de nuestra democracia, estará más cerca que nunca.

Pongámonos las pilas. Lo que nos jugamos es todo.

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