El ahora conocido #meToo, fue creado por la activista feminista Tarana Burke que, víctima de abuso sexual en varias ocasiones, decidió crear en 2006 una organización juvenil sin ánimo de lucro. Desde el principio, su objetivo fue apoyar a víctimas de violencia sexual machista bajo el lema «me too«.

Burke desconocía que, diez años después, esta sencilla combinación de palabras alcanzaría un impacto mundial bajo el hasthag #meToo, que impulsaría a miles de mujeres a sacar a la luz sus vivencias en cuanto a la sexualización en sus vidas y profesiones.

Fue a finales del 2017, cuando la actriz Alyssa Milano, instó a cualquier victima de acoso sexual, a denunciarlo en redes sociales bajo dicha etiqueta.

Inmediatamente después, comenzaron a hacerse públicas impactantes denuncias de abusos sexuales contra el director y productor de cine: Harvey Weinstein.

Gracias al apoyo de múltiples caras conocidas, y al valor que las víctimas mostraron al denunciar estos testimonios, el #meToo se popularizó con fuerza.

No obstante, meses después, este bien intencionado movimiento, se vio flanquear por una grave acusación a una de sus principales promotoras: Asia Argento. La actriz, y directora de cine, aparecía en escenas comprometidas años atrás, con un actor (por aquel entonces menor), al cual habría silenciado con desmesuradas cantidades de dinero.

Pero esto es otro tema. Independientemente de los momentos álgidos o débiles de este movimiento, el impacto viral del mismo ha conseguido movilizar un género femenino que se ha alzado para denunciar el acoso sexual y las conductas misóginas, que vive en el ejercicio de su profesión.

Y una de las profesiones que ha acometido con más fuerza, ha sido la fisioterapia.

La llama que prendió este fuego, la encontramos en la red social Twitter y, en concreto, en el empujón de @di_berti_da y en las viñetas de @Fisioterricola, que crearon un #meTooFisio exclusivo para la disciplina.

En la imagen incendiaria, se reflejan varias de las situaciones sexuales que las fisioterapeutas denuncian con fuerza actualmente.

Una vez prendida la llama, la sociedad twittera respondió ipso facto con innumerables quejas y vivencias, que reflejaban lo poco lejos que esas viñetas se encontraban de la realidad.

El mensaje que cubría el movimiento imperante de la red social, lo hemos contrastado con el testimonio de diversas profesionales del sector que, han querido compartir con nosotros su opinión y experiencia sobre el mismo.

«Me han preguntado varias veces si tengo novio, o cómo es que no lo tengo con lo guapa que soy» nos relata una joven fisio, que trabaja en una clínica privada de Madrid.

Este tipo de preguntas que, inicialmente, pueden resultar inofensivas; resultan inapropiadas cuando nos encontramos en el ámbito laboral.

Y no nos encontramos solo ante preguntas o afirmaciones aduladoras, también ante requerimientos de contacto personal y directo, sin ningún tipo de tapujos, muy a lo «¿me das tu número?», «¿tomamos algo después?», o incluso de contacto físico (los pacientes «muy tocones»).

«No es frecuente, pero cuando hay un paciente así, se comenta en la clínica para que las mujeres tengamos más cuidado con él» señala otra fisio anónima también del centro de Madrid.

Cómo indican estas profesionales, la empatía en su empleo es algo que hay que coger con pinzas. Desde que comienzan la carrera, les explican bien cómo tratar a los pacientes y el cuidado que tienen que emplear en ser claras con las funciones que cumplirán y en qué términos.

Y, es que, al tratarse de una profesión en la que hay más contacto físico, el riesgo de que ocurran situaciones de este tipo, es mayor.

Aún así, los pacientes más habituales suelen ser personas que se encuentran de baja, o que tienen dolencias graves que les impiden continuar con sus labores o rutinas cotidianas y, por ello, lo único que buscan, desde el respeto e igualdad laboral, es la recuperación física.

No obstante, la existencia de estos casos depende del país (ciudad o incluso, barrio), de la cultura, de la educación y, supongo que, como en cualquier aspecto de la vida, de la mala suerte que tengas y lo machista que sea la sociedad en la que vives.

Se puede afirmar que, una de las preguntas que más indignan y sorprenden en este tema, es aquella ofensiva que se lanza en búsqueda del «final feliz», o esa relación inmediata que se crea entre el masaje y el sexo.

Además de estos testimonios alineados con la reclamación imperante en Twitter, también existe un amplio volumen del sector que no ha vivido conductas de este tipo. Esta parte no duda en apoyar el #meTooFisio en lo que a la denuncia de conductas abusivas, sexualmente hablando, respecta.

«El movimiento me parece muy bien, siempre que sirva de denuncia a una cosa así. Yo no he vivido nada parecido en el tiempo que he trabajado como fisio», nos cuenta una profesional con casi 20 años de experiencia.

También hablamos con una estudiante de último curso que nos indica que, una de las grandes preocupaciones en su entorno profesional, es la desvirtualización del concepto de fisioterapia.

«Cuando dices que eres fisio, te asocian inmediatamente con un masajista. Es absurdo que la gente piense que los fisioterapeutas estudiamos solo para dar masajes» comenta la estudiante en prácticas.

La fisioterapia cuenta con otras muchas ramas que se encuentran en auge a día de hoy. Entre ellas, destacan la neurología, la fisioterapia respiratoria, la cardiovascular o el drenaje linfático. Los masajes, son una parte más de un tratamiento que, contando con determinadas ventajas diferenciales, a veces se recomiendan. No por ello un fisio es exclusivamente un masajista.

En conclusión, antes de solicitar un servicio, es necesario que seamos conocedores de lo que el mismo implica e incluye, y tengamos claras las delimitaciones de las funciones de cada profesional.

Además, haciendo eco del poder que traen las emergentes redes sociales, debemos concienciarnos del impacto que tendrá todo aquello que quede público en ellas. Resulta utópicamente inteligente, emplearlas con fines con sentido, ya que son una de las más poderosas herramientas de concienciación social.

En cuanto al acoso sexual, resulta indignante que en pleno s. XXI, aún tengamos que vivir situaciones como las descritas. E igual de absurdo queda, en el entorno laboral de una sociedad que promueve valores de igualdad.

La víctima protagonista del artículo, es aquella que sufre acoso por parte del género masculino porque, en general, es el caso más frecuente. Pero el mensaje se entiende exactamente igual en los casos en los que ocurra al revés, o incluso del profesional al cliente. Cualquier situación es válida. El acoso sexual es un problema de todos y que todos juntos podremos solucionar.

Gracias a estos testimonios, y a la gran repercusión que ha tenido este movimiento, hemos conseguido concienciarnos de la gravedad del asunto. Hay que dar apoyo y difusión a todas aquellas iniciativas que, estando justificadas, nazcan en respuesta a acosos y agresiones sexuales en cualquier ámbito de nuestras vidas.

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Un comentario en «El boom del viral #MeTooFisio»

  1. Muy acertados tus comentarios. Estas conductas tienen que llegar a desaparecer. Todo se reduce a educación y respeto!!

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