Comienza febrero y con él llega la nieve y el CIS. Y con el CIS hemos vuelto a escuchar respirar a los líderes de Podemos. Según el sondeo publicado ayer, el partido de Iglesias se mantiene cercano a un digno 20%, aunque ya por detrás, por poco, de Ciudadanos. Tras estos resultados, varios líderes de la formación morada han celebrado en las redes sociales la falta de concordancia entre estos datos y los de algunos estudios privados, que auguraban una bajada mucho mayor de Podemos.

Disimulándolo bajo la manida frase “no importan las encuestas, sino las elecciones” en Podemos andaban nerviosos. El propio Iglesias se mostró bastante inquieto cuando Ana Pastor le exigió autocrítica el pasado domingo en El Objetivo, respondiendo siempre que en cuatro años han logrado las alcaldías de las ciudades más importantes de España y 70 escaños en el Congreso. No mentía, pero la realidad del momento es diferente: hace un año de la explosiva asamblea de Vistalegre y Podemos no ha vuelto a ser lo mismo.

Las encuestas podrán predecir o no (más bien no) los escaños de cada partido en los parlamentos, pero son muy sensibles con la salud de las formaciones. Puede que no atinen con los resultados, pero las bajadas y las subidas en las encuestas sí que se corresponden con el clima de opinión en torno a los partidos, y en buena parte determinan sus posibilidades de gobernar. Me explico: puede que la bajada de Podemos no sea tal en unas elecciones, pero el encanto de los votantes con el partido sí que ha decaído. Por otra parte, un mal resultado demoscópico puede hacerte perder credibilidad y posibilidades de ganar. El voto útil manda y no tu panda. Así que cuidado con las encuestas, que no sirven para lo que están pensadas pero determinan a los que las rellenan.

Podemos tiene un problema de credibilidad, que en mi opinión pasa primeramente por el secretario general. La diferencia entre los inscritos, que prefirieron a Iglesias hace un año, y los votantes, que -es mi sensación- preferían a Errejón, se solventó mandando al querubín morado a luchar por la comunidad de Madrid, en lo que ya es la campaña electoral más larga de la historia de un candidato. Esta solución ha podido ser útil para coser diferencias y acabar con las ansias de poder de ambas secciones de Podemos, pero a nivel estatal las sensaciones son otras. Podemos y sus líderes ya no conectan tan bien con la ciudadanía, y de nuevo creo que eso se dejó entrever el domingo en El Objetivo. Iglesias vocaliza como un robot, trata de ser extremadamente correcto y exacto y habla con un tono docente que repele. Y si uno ya suena creepy, solo hace falta escuchar a Irene Montero, que habla e x a c t a m e n t e igual que él. El programa de Cuarto Milenio sobre reptilianos en España cada día está más cerca.

En fin, para poner más nervioso al señor Iglesias, que seguro que me lee, le enumeraré cuatro cuestiones que a mí me preocuparían en su lugar (las soluciones no las tengo):

1) Las confluencias municipales. Los ayuntamientos del cambio no paran de coleccionar enemigos. Allí donde gobiernan viven enfrentados con la oposición o entre ellos. Parece que han conseguido convencer a sus votantes, pero el resto de ciudadanos les odia. En mi opinión estas confluencias se sirvieron de mucha gente ajena a Podemos -muchos del PC- que han acabado perjudicando a la marca. ¿El PC como partido regenerador de la izquierda española? Permítanme que lo dude.

2) Liderazgo. Usted, señor Iglesias, ganó Vistalegre y usted merece dirigir su partido, pero empiecen a pensar en nuevas estrategias para convencer y para que la gente le pueda visualizar como un candidato presidenciable.

3) Apariencia de inmovilismo. Solo existe una persona en el mundo a la que no hacer nada le funciona: Mariano Rajoy. El resto hemos de trabajárnoslo. Tienen 71 diputados en el Congreso y una mayoría contra el inmovilismo del PP de la que se pueden servir para realizar muchas reformas necesarias. No teman verse reunidos con Ciudadanos y PSOE si es para hablar de regeneración, despolitización de la justicia, RTVE…

4) Cataluña. Digan que no a los independentistas, no es tan complicado. Estar a favor de un referéndum no implica bailarle el agua a nadie. ERC en Cataluña tiene un objetivo primordial que ustedes no comparten, por lo que se hace imposible un gobierno progresista con ellos.

A Podemos no le ha venido nada bien la desaparición de las cuestiones sociales de la agenda mediática, eso es así y poco pueden hacer. Pero tampoco su ascenso fue mérito suyo completamente, ya que el desencanto que trajo la crisis y los gritos del 15M crearon un nicho que alguien tenía que llenar. En dos años, con muchos CIS por delante, veremos si ustedes se convierten en la izquierda ensimismada, dogmática e idealista que ya fue Izquierda Unida, o se modernizan y dejan los complejos atrás. Gobernar o estar en el grupo mixto, he ahí la cuestión.

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