Una democracia sin medios de comunicación públicos y de calidad es menos democracia. Cualquier persona en su sano juicio debería de saber valorar su necesaria presencia en cualquier sociedad. Porque un pueblo sin información está destinado al fracaso. Y no lo digo yo, sino que lo confirma la historia.

La negativa inicial del presidente del Gobierno de participar en el debate a cuatro propuesto por RTVE ha hecho un flaco favor a lo expuesto en el párrafo anterior. Con este gesto, Sánchez no ha hecho otra cosa que dar la razón a aquellos que apuestan precisamente por el cierre de estas instituciones públicas.

Sin entrar o no en el nivel de neutralidad política que pueda mostrar RTVE en función del partido que ocupe la presidencia del Gobierno, se trata al fin y al cabo de la televisión de todos. Y es exactamente este el motivo por el que cualquier presidente, sea del color que sea, debe de defenderla hasta el fin.

¿De veras pretende el señor Sánchez que los ciudadanos de España crean en la viabilidad de su radiotelevisión pública cuando él mismo es el primero en subestimarla? Realmente estos últimos días nos hemos encontrado ante una situación surrealista, dado que el candidato socialista sí había aceptado acudir a un debate organizado por una televisión privada.

Es lógico que detrás de esta lamentable decisión se esconden estrategias electorales medidas al milímetro por los asesores del actual presidente. Entre ellas, la posibilidad de debatir cara a cara con el partido de Santiago Abascal. Un encuentro que desde un principio no había sido factible en la cadena pública, y que finalmente también ha sido rechazado por la Junta Electoral Central para el encuentro programado en Atresmedia.

Lo que es inevitable es ocultar el desprecio de un gobernante hacia un servicio público, financiado con el dinero de todos los ciudadanos de este país. Y no nos engañemos. Es importante que entendamos que sin la decisión de la JEC de excluir a VOX de este debate, Sánchez no se habría replanteado la posibilidad de aceptar la invitación de RTVE. . 

Un partido que históricamente ha luchado por los servicios públicos no puede conformarse con realizar un movimiento de este tipo y pensar que sus efectos quedarán en vano. Afirmar que «será un honor debatir en RTVE, la televisión pública española de todos a la que su Gobierno ha devuelto la independencia y neutralidad» después de haberla despreciado de tal forma no es una parche. Porque las intenciones ya hemos visto cuáles eran. 

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