Dentro de dos días, los catalanes están llamados a votar en las que sean, probablemente, las elecciones más atípicas y surrealistas que hayan vivido nunca. Si hace diez años alguien se hubiera atrevido a aventurar que iba a suceder en Cataluña todo lo que ha ocurrido en los últimos años, habría sido tachado de loco o de paranoico.  Es por ello que las elecciones de pasado mañana no son unas autonómicas más, sino que representan para esta Comunidad la única válvula de escape posible para liberar presión y poder ir recuperando, poco a poco, la normalidad.

Sin embargo, se corre el riesgo de que este proceso electoral no sea el punto final de este camino de despropósitos que venimos viviendo y que, más allá de la degradación en la que está sumiendo a Cataluña, hace ya meses que nos empieza a afectar negativamente al resto de españoles. Frente a los que creen un error la celebración de unas elecciones pocas semanas después de la aplicación del artículo 155, creo honestamente que la convocatoria de estas elecciones era una oportunidad para demostrar en Cataluña que, a pesar de las diferencias ideológicas entre los partidos que han apoyado la intervención puntual de la Generalitat, el trabajo conjunto para restablecer la normalidad debía unir a todos ellos y ese esfuerzo de trabajo conjunto ser recompensado posteriormente en las elecciones. A pesar de ello, la situación no parece haberse desarrollado de este modo, y los independentistas se encuentran de nuevo, al borde de una mayoría absoluta.

En este escenario, dos conclusiones parecen inicialmente intuirse. La primera de ellas es que la investidura del próximo President de la Generalitat será decidida, en última instancia, por Podemos y sus variados socios. Tanto si Catalunya en Comú apoya a un candidato independentista, como si lo hace por un candidato constitucionalista, parece ser que serán ellos quienes tengan la decisión final a la hora de elegir la próxima Generalitat. Cabe preguntarse ahora hasta qué punto Iglesias y los suyos, entre los que se encuentra alguna activista hipotecaria venida a más, querrán jugar a una de esas partidas de ajedrez a las que nos tienen acostumbrados – ¿alguien se ha olvidado ya de cómo provocaron unas segundas elecciones al negarse a apoyar un Gobierno de coalición entre PSOE y Ciudadanos?-.

La segunda conclusión es que el próximo President de la Generalitat será, casi con total probabilidad, Miquel Iceta, siempre y cuando el independentismo no logre mayoría absoluta; y explico esta afirmación. Si las encuestas pronosticadas se cumplen, ERC ganará las elecciones y propondrá un candidato a la Generalitat. Ciudadanos, que resultará segundo en las elecciones, reclamará para Inés Arrimadas la Presidencia de la Generalitat, y exigirá a los “partidos constitucionalistas” su apoyo a la misma. Sin embargo, con el apoyo de los mismos no será suficiente y se establecerá una batalla encarnizada por que Podemos se incline hacia uno u otro candidato. Llegados a este punto, Podemos dirá que su apuesta es la de un gobierno tripartito de izquierdas, a lo que como es lógico, tanto ERC como el PSC se negarán, y además este último debería negarse tajantemente.

Tras esto se abrirán rondas de complejas negociaciones que sumirán a Cataluña varios meses sin Gobierno teniendo un President en funciones, Rajoy, que también estuvo así en España unos cuantos meses. Cuando se certifique que ambas investiduras carecen de apoyos suficientes, Iceta, que dará un paso al frente, pedirá el voto tanto a PP y Ciudadanos, como a Podemos, argumentando ser el único candidato capaz de sumar los escaños suficientes para lograr la investidura y evitar la repetición de unas nuevas elecciones. Y los tres partidos estarán, probablemente, obligados a aceptarlo con el fin de no suicidarse ante sus votantes.

Si alguien no cree demasiado en esta opción, que escuche estos días un poco el discurso de Xavier García Albiol (PP), y analice lo mentalizado que se encuentra con la idea de apoyar al PSC. Bastante más de lo que muchos podrían imaginar. Por otra parte, al PP le viene de maravilla “sepultar” una posible Generalitat de Ciudadanos en Cataluña que pudiera abrir una vía de agua entre los votantes del PP hacia la formación naranja en el resto de España.

Desde mi punto de vista este es, hoy por hoy, el escenario más probable. Aunque el futuro todavía está por escribir, y este jueves veremos si en la nueva entrega de “Independientes” se escribe el capítulo final, o un nuevo episodio para este bochornoso culebrón. En cualquier caso, seguiremos aquí para analizarlo.

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