Crecimos pensando en que la juventud serían nuestros “mejores años”, esa etapa en la que tendríamos la libertad conocer, descubrir y experimentar el mundo que nos rodea. Nuestros “felices años 20”, lo que muchos llaman la “época dorada”. Sin embargo, la pandemia ha truncado los esquemas de juventud tal y como los conocíamos, cambiando nuestra manera de relacionarnos y de vivir como nunca antes hubiéremos imaginado.

Hace un año escribía en mi balcón sobre la fugacidad del tiempo, confinada entre cuatro paredes. Meses de hastío en los que nos ahogábamos en la eternidad de lo efímero, mientras veíamos las horas consumirse tras la ventana. Allí, frente a la libertad, ansiábamos el momento en el que pudiéramos volver a ella y rozar un ápice de lo que concebíamos como normalidad. “Normalidad”, qué extraña palabra cuando su significado ha quedado anclado en el recuerdo, convertido en una utopía ilusoria, en un vago objetivo.

Datos: el impacto de la pandemia en la juventud

Un abril más tarde, pueden observarse con cierta perspectiva las consecuencias que ha dejado la pandemia en los jóvenes. Una generación que vivía y bebía de lo social mas que ha tenido que adaptarse a una nueva forma de concebir su realidad.

Tal y como recoge el Informe Juventud en España 2020, publicado por el INJUVE, la repercusión psicológica de la pandemia y, sobre todo, “del Gran Confinamiento”, ha afectado hasta a un 32% de la juventud. De hecho, un estudio realizado en febrero de 2021 por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), arroja datos sobre el impacto de la pandemia en los jóvenes españoles. El 33,7% de los comprendidos entre 18 y 24 años se han sentido “muchas” o “bastantes” veces agobiados o estresados durante la pandemia; el 35,6%, preocupados por cosas sin poder controlarlo; y el 24% tristes.

“Reunión familiar sin protección = enterrar a tu abuela”

Se escuchan voces que tildan a la juventud de “irresponsable”, achacándole el peso y la responsabilidad de la deriva de la curva pandémica. En Madrid incluso, se hizo una campaña dirigida a los jóvenes para “concienciar” sobre el incumplimiento de las medidas preventivas. “Reunión familiar sin protección = enterrar a tu abuela” o “Saltarse la cuarentena = intubar a tu mejor amigo” eran algunas de las consignas que se lanzaban en la capital, empapelando las calles y calando a una franja de edad rota. Sin obviar que las cifras de los contagios entre los jóvenes están al alza, se debe ser consciente de que no todos son irresponsables. Por tanto, lanzar mensajes de criminalización al conjunto de la juventud quizás resulte más pernicioso para la misma.

El ocio de la “generación pandémica”

La pandemia ha revertido el ocio entre los jóvenes, cuyas opciones han quedado extensamente limitadas y reducidas. La sociabilización se encuentra ahora en los paseos, a la hora del café y en sonrisas tapadas. Somos la juventud que tiene que mirar el reloj para volver a casa y a la que las calles ya no esperan de madrugada. Ya no cogemos más búhos, ni estiramos los viernes hasta llegar al alba.

Somos la “generación pandémica” que reduce sus contactos esperando no estar confinada; la que vive con miedo de que llegue el mañana y encontrarse parada. Los jóvenes de hoy nos preguntamos si esta será la ansiada “época dorada”, una incógnita que depende del tiempo y del mañana. Aunque si hay algo tenemos claro es que, sin duda, será la más recordada.

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