Todos, en cierto momento de nuestra vida nos obsesionamos, o, mejor dicho, nos centramos en la alimentación. Es lógico. Tiene una repercusión en nosotros mismos, tanto física como psíquica, hace que nos sintamos mejor o peor según lo que comamos… Y también hace que nuestros bocados tengas unas consecuencias en el planeta y no otras; tiene repercusiones en nuestro estado físico, etc, etc, etc…

Pero hasta ahí. La línea entre la obsesión, la retroalimentación a nivel mental, e incluso lo que podría llegar a denominarse una “secta”; y el cuidado, orden y organización de la alimentación simplemente, es muy fina. Demasiado, diría yo. Hay un pasito chiquitín entre cuidar la alimentación para cuidarse física y psíquicamente a cuidar la alimentación para descuidarse física y psíquicamente.

 

OBSESIONARSE CON LO SALUDABLE NO ES SALUDABLE

Parecerá una tontería, pero, tal y como dice Victoria Lozada (nutricionista), obsesionarse con lo saludable no es saludable. Todo lo que implique obsesión jamás va a ser saludable. Jamás. Porque estaríamos dañando a ese órgano tan importante del que siempre nos olvidamos: nuestro cerebro.

Escapadas, comidas improvisadas, meriendas, pastas y cafés… ¿por qué no? Todos sabemos que no es lo mejor a nivel físico. ¿Pero psíquico? Debemos de encontrar un equilibrio, un punto medio, entre el orden y la intuición; entre la planificación y la improvisación; entre la organización y el “desastre” … Todo se basa en encontrar el punto medio, el equilibrio, la paz interior. Y obsesionándonos con la comida, creando hashtags, e incluso aplicaciones, no solucionamos nada; lo empeoramos.

 

PERO ¿TAN MALO ES EL “REAL FOODING”?

He de aclarar (que debería de haberlo hecho desde un primer momento) que no soy ningún profesional de la salud, ni me dedico ni me estoy formando en ello. Es mi mera opinión bajo mi mera experiencia. Pero ¿por qué no compartirla?

No debemos dejar que un mero movimiento en redes sociales pueda con nosotros. Que un movimiento que promueve alimentaciones idílicas y prácticamente inalcanzables en la sociedad en la que nos movemos, pueda con nosotros. Debemos de ser más racionales, más fuertes que todo ello y ser capaces de decidir por nosotros mismos nuestra propia alimentación.

Porque debemos de recordar que no hay un tipo de alimentación. Hay millones. Cada una depende de cada uno de nosotros mismos: de factores sociales, culturales, familiares, ambientales, personales, etc. Y eso es lo verdaderamente bonito. La diversidad en la alimentación de cada persona, siendo esta única.

Se deben de promover hábitos de vida saludable: sí. Pero hasta ahí. No convertir todo ello en un movimiento que acaba consumiendo y obsesionando a las personas porque, como he dicho al principio, jamás una obsesión será buena.

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