Dijo que volvería, y volvió. El 23 de marzo de 2019 será recordado entre los militantes de Podemos como el día en el que el amado líder regresó de su retiro paternal para traer algo de luz entre tanta oscuridad que protagoniza hoy el día a día de la formación morada.
La promoción del regreso de Iglesias despertó una cierta polémica mediática y política. Todos recordamos ese cartel resaltando el “EL” de la palabra “VUELVE” con el protagonista puño en alto. Todo esto, la exaltación del liderazgo masculino de Podemos, en los prolegómenos de la manifestación feminista del 8M. Podemos reconoció que ese cartel fue un error. Volvieron a meter la pata, como cuando el famoso “Nosotras” con Iglesias, Errejón y Espinar en primera línea de foto. En fin, si le sirve de consuelo a Podemos y a su líder, tuvo más protagonismo Carmen Lomana en ese cartel que el propio Pablo Iglesias.
Volviendo a la cuestión. La madrileña plaza del Museo Reina Sofía fue la ubicación escogida para albergar el ‘retorno del rey’. Allí se congregó un alto número de asistentes. He de reconocer que me sorprendió positivamente el efecto llamada que había provocado el regreso de Pablo Iglesias. Al menos por redes sociales se veía mucha más gente de la que yo mismo preveía en un inicio. Logró abarrotar dicha plaza. Quién sabe si en ese público solo había militantes de Podemos e Izquierda Unida, o si de verdad había ciudadanos sin carnet político que simplemente se acercaron a escuchar lo que les tenía que contar Iglesias.
Iglesias se rodeó en su regreso por su núcleo duro. Aquellos que han permanecido fieles al líder de Podemos en medio de la tormenta de división que abrió Íñigo Errejón cuando anunció que renunciaba a ser candidato de la formación morada a la Comunidad de Madrid y la creación de Más Madrid –junto a Manuela Carmena- como fórmula electoral para concurrir a esas elecciones y aspirar a ser el próximo Presidente de la Comunidad de Madrid.
Después de que los escuderos tomaran la palabra llegaba el ansiado momento: volvía Pablo. Y volvió con un discurso carente de autocrítica, muy agresivo para explicar que los motivos que justifican el descenso de Podemos responden únicamente a factores externos y ajenos a la propia formación, y anunciando a los cuatro vientos que estaba preparado para ser el próximo Presidente del Gobierno de España. Incluso, se permitió la licencia argumentística, de criticar, sutil y sibilinamente, a Manuela Carmena.
Podemos lleva mucho tiempo sumido en una profunda crisis política e incluso, de identidad. Eso lo sabemos todos. Quien pretenda achacar a Íñigo Errejón todos los males de la formación morada, sabe que está obviando múltiples factores que explican esa crisis. Efectivamente, las decisiones de Errejón han supuesto una piedra más en el camino, han provocado una división en el espectro ideológico de la izquierda que probablemente les pase factura a ambos –Podemos y Más Madrid- en un futuro no muy lejano. Al menos en el ámbito de la Comunidad de Madrid y de la capital de España. Pero Podemos ya venía cayendo en picado mucho antes. La soberbia de su líder, su posición afín al independentismo en Cataluña, sus continuas incoherencias e incluso, algo que en principio no debería entrar en la arena política pero que yo estoy convencido que ha entrado de lleno y ha perjudicado mucho a Podemos, la polémica del ‘chaletazo’ de Pablo Iglesias e Irene Montero. En fin, yo creo que son bastantes los motivos que explican el descenso electoral de Podemos.
Hay algo que parece evidente: Pablo Iglesias tiene mucho trabajo y poco tiempo. Mucho trabajo y poco tiempo para ‘rescatar’ a Podemos. La práctica totalidad de las encuestas pronostican que Podemos caerá al 4º lugar en beneficio de Ciudadanos. Y es más, no todos pero sí varios de esos sondeos, han pronosticado que VOX adelantará a Podemos. En Moncloa y en Ferraz esperan con anhelo que esos pronósticos no sean ciertos, pues fían muchas de sus posibilidades de gobernar al resultado electoral que coseche Podemos.
Nadie puede apostar sobre seguro a la hora de decir quién gobernará España tras las próximas elecciones del 28 de abril, pero hay algo que sí parece una apuesta segura. O si no, casi segura. Y tiene que ver efectivamente con Podemos. Nada volverá a ser como antes.