Las potencias imperialistas que surgieron en el siglo XVI hasta principios del XX robaron los tesoros históricos y arquitectónicos de sus respectivas colonias para enriquecer de manera forzosa su propia cultura imperialista.


Hace varios siglos, y no sabría definir concretamente a cuantos años atrás se remonta este problema, algunas civilizaciones se han dedicado a saquear los tesoros de otras muchas. Saqueos que han sido blanqueados a través del imperialismo y la colonización que predominó durante el siglo XVIII, XIX y principios del XX en todo el mundo. Potencias europeas como Rusia, Francia, Inglaterra o Alemania aprovecharon su fuerte armamento y el ser una sociedad rica para luchar por el mundo. Una lucha que conllevaba un saqueo indiscriminado de pueblos, sociedades y culturas.

Griegos, romanos, egipcios, mayas y un sinfín de culturas exóticas, o no tan exóticas, han sido apropiadas. Sus tesoros se han visto de manera forzosa en manos de extranjeros y “exploradores” que no tardaron mucho en repatriar todo lo conquistado o robado a sus respectivos países. Estos bienes fueron exportados como reliquias intocables. Pero, ¿hasta qué punto es lícito expropiar y adueñarse de tesoros y bienes culturales que no te pertenecen por el hecho de poseer la supremacía sobre cierto territorio?

Historia, analista social

La historia nos ha enseñado a recapacitar o analizar los hechos vividos anteriormente y así poder evolucionar como sociedad. La historia nos hace más libres y repudiarla nos convierte en esclavos de nosotros mismos, acercándonos a volver a repetir dichos actos. Y sí, la historia como método de estudio y análisis social nos ha demostrado algo, que el poder corrompe y que los seres humanos somos una raza digan de estudio por nuestro carácter egoísta y cínico.

La expansión europea impulsada por el descubrimiento de América acabó derivando en un constante juego de poder entre potencias. Desde el siglo XVI al XIX las potencias europeas cómo el Imperio español, el británico o el francés lucharon entre ellas por hacer más grandes sus imperios. Imperialistas es el nombre histórico que se les da en los libros de Historia. Os aseguro que a mí se me ocurren otros mucho peores para denominar a estos personajes sedientos de poder.

Leopoldo II de Bélgica es uno de estos seres despreciables. Gracias a su ambición enfermiza de poder, acabó poseyendo la totalidad del Congo Belga. Una posesión que llevó al exterminio de más de 10 millones de congoleños que trabajaron para los beneficios propios de este genocida.

Actualidad

Pero ahora vamos a la cuestión que nos concierne aquí. Y es que el imperialismo de estos siglos llevó a la aventura arqueológica a muchos “valientes”. Exploradores que acabaron haciendo fortuna saqueando las culturas que sus propios mecenas, aquellos imperialistas de los que hablábamos, les permitían desvalijar.  Y es que este problema se viene arrastrando con esta fiebre ya nombrada, una fiebre que desde 1800 sumergió a toda Europa en este mar de aventuras.

El debate se abre en la actualidad cuando comienzan a surgir movimientos que piden la vuelta de los objetos robados a sus respectivos países. Egipto o la civilización Maya afincada en México son algunas de estas sociedades que piden que se lleven de vuelta todos sus tesoros. Y es que Egipto celebró esta semana su “Desfile dorado”, una procesión de 22 momias reales. Muchos expertos y ciudadanos aprovecharon este evento para reclamar al British Museum sus joyas más preciadas. Y no es de extrañar, pues parece y es injusto que las reliquias de una cultura tan rica y variada como es la egipcia, la griega o la mesopotámica se encuentren en otros países que no sean los suyos. El video del desfile muestra con que respeto y admiración tratan los habitantes de Egipto su historia, historia que sigue viva para ellos debido a estos actos.

Problemas de índole política pueden llegar a darse si estas situaciones no se solucionan. Y es que lo normal es que cada país, región o cultura tenga sus obras más prestigiosas consigo. Y no, no hablamos de que el Adán y Eva de Tiziano o que Las tres Gracias de Rubens se encuentren en el Museo del Prado. Hablamos de ese saqueo y robo indiscriminado y no consentido. Hablamos de que se expropió la cultura de una civilización por tener una capacidad armamentística superior y una supremacía política sobre ellos.

Raíces culturales

Reflexiona. Imagina que nosotros, España como nación y nido histórico de nuestra propia cultura, no pudiésemos poseer las obras pictóricas, artísticas o culturales más importantes de nuestra sociedad. Es injusto, ¿verdad? Imagina no poder tener expuesto en el Museo Reina Sofía El Guernica de Picasso, obra cumbre de la historia política, bélica y pictórica de nuestro país. O que no pudiésemos visitar el complejo romano de Mérida con su icónico teatro. O el acueducto de Segovia, porque gentes poderosas decidieron repartir estas obras arquitectónicas por todos los museos del mundo. Es un pensamiento muy duro como sociedad, pues entendemos estas obras de arte como cultura propia, y cómo raíces sociales y emblemas de unión general.

Una vez más la historia nos da un golpe de realidad en nuestra cara. Europa se ha aprovechado de las culturas conquistadas para enriquecer su propia cultura. Pero no hay mayor delito de apropiación cultural que robar de manera forzosa los tesoros de otras civilizaciones. Y el caso perfecto es el de  los británicos. Una nación que en su museo más icónico posee la totalidad casi absoluta de las obras internacionales más reconocidas. Y no, no condeno a la sociedad europea como culpable, condeno el aprovechamiento que se ha dado de estas obras. Europa se ha lucrado a través de las culturas conquistadas y que masacraron durante siglos. Europa se sigue beneficiando de esa cultura a la que torturó en el siglo XVI.

Jean-Luc Godard: «Lo que quiero sobre todo es destruir la idea de la cultura. La cultura es una coartada del imperialismo. Hay un Ministerio de Guerra. Hay un Ministerio de Cultura. Por lo tanto, la cultura es la guerra.»

 

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2 comentarios en «El saqueo cultural del imperialismo, un problema del siglo XXI»

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