Querido lector, han pasado ya unas semanas de nuestro último encuentro editorial, entonces en nuestro portal predecesor Más Veinticuatro, y como se intuía, el ritmo frenético de la política española nos ha traído novedades destacadas que tendrán consecuencias en los próximos meses.

Hablaba Rafael Hernando durante el pleno de la moción de censura de Rajoy, con un estilo y contenido totalmente reprobable, de los líos de faldas existentes entre algunos miembros de la izquierda. Sin embargo, pasó por alto en esa sesión parlamentaria analizar el que realmente pueda ser el peor matrimonio para su formación política. Y es que la victoria de Pedro Sánchez parece haber dulcificado el clima de tensión existente entre la formación morada y los del puño y la rosa, ante lo que parece ser la nueva pareja del año. Será por aquello que decía Susana Díaz de que había que empezar a coser.

De todos modos, no son amor y buenas palabras todo lo que reluce. Pocos días antes se filtraba un documento interno de Podemos donde la formación expresaba la necesidad de suavizar su postura respecto al PSOE con el objetivo de poner fin a la sangría electoral que, desde la adopción por parte de los de Iglesias de este nuevo estilo que tanto recuerda al viejo Partido Comunista, viene padeciendo el partido en encuestas y elecciones. Resulta que alguien en Podemos ha caído en la cuenta de que los tradicionales votantes de izquierdas que emigraron del PSOE a esta opción política parecen estar de vuelta a casa y que convendría recuperarlos antes de que sea demasiado tarde. Igual alguien debería tomarse un café -o un botellín de cerveza, que es lo que se estila en Unidos Podemos- con Íñigo Errejón. Por si fuera poco, esta semana Alberto Garzón reconocía públicamente que la idea de integrar a Izquierda Unida en Unidos Podemos ha resultado ser un completo fracaso para la coalición dada la nula visibilidad mediática en la que ha sumido a su actividad parlamentaria.

En otro orden de cosas, Pedro Sánchez ha tomado de nuevo las riendas del PSOE. “Somos la izquierda” dicen ahora. Bueno, iremos viendo. Y sobre todo, iremos viendo qué izquierda. Si la que trajo prosperidad y progreso social durante tantos años a Europa sabiendo combinar una economía de libre mercado con el Estado del Bienestar que permitió desarrollar y consolidar a las clases medias, o una suerte de populismo descabezado sin rumbo claro, cual pollo sin cabeza.

Por lo pronto, uno de los hechos que sí merece comentario es la necesaria renovación de caras que se trae el PSOE entre manos. En plena caída libre del PSOE, hemos asistido a un proceso en el cual los “abuelos” y los “señores feudales” se posicionaban como la alternativa de Gobierno al PP. Algo inverosímil para un partido que aspira a volver al poder en tres años. Ahora falta saber si el 39º Congreso del PSOE se parece más al de Suresnes de 1974, que supuso una renovación para una nueva etapa del Partido como inquilino en la Moncloa durante muchos años, o es poco más que una lucha particular -otra más- por el poder a corto plazo.

Por ahora, lo único claro es que estamos ante “el tiempo entre costuras”. Un periodo en el que les corresponde tanto a PSOE como a Podemos clarificar y ordenar sus diferencias internas y explorar cómo deben cohabitar entre sí las diferentes fuerzas políticas de izquierdas. Por lo pronto, parece que la inestabilidad provocada por la perspectiva del sorpasso, de las gestoras y de las luchas internas va quedando superada. Veremos si en septiembre, estos cambios implican grandes novedades a corto plazo -como una nueva moción de censura, ahora sí exitosa, o incluso unas elecciones forzadamente anticipadas- o si durante los próximos tres años hay poco más que guiños en el Parlamento. Para los amantes de la serie “House of Cards”, cojan palomitas, que empieza el Partido.

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