El pasado 17 de febrero, el Parlamento Europeo condenó las prácticas profesionales y formativas no remuneradas. Al mismo tiempo, pidió a los Estados miembros que la Garantía Juvenil reforzada, el programa comunitario contra el desempleo de los jóvenes, sea de carácter vinculante y más eficaz, según informa EFE. Con esto, los jóvenes estarían protegidos de las empresas que buscan lucrarse a costa de su esfuerzo e ilusión.

 

Gráfico muestra el desempleo juvenil en la OCDE. España se encuentra en el primer puesto.
Gráfico sobre desempleo juvenil en la OCDE. | Fuente: OCDE

 

Damaris tiene 22 años y está a punto de terminar la carrera. Empezó unas prácticas extracurriculares como asistenta de comunicación. Su trabajo consistía en redactar notas de prensa, contactar con colaboradores y gestionar las redes sociales de la compañía. Todo ello en media jornada. Además, conforme su nivel iba aumentando, le hacían formar a otros becarios que llegaban nuevos. La ayuda al estudio era de 150 euros mensuales. 
Como ella, otros estudiantes o recién graduados – no necesariamente en Periodismo – conviven en un sistema que les imposibilita la entrada a su primer trabajo. Si bien hay que aprender a no proyectarse en negativo, eso no significa que haya que pensar que el esfuerzo conduce indiscutiblemente al éxito. Hay gente con una buena posición social que no derramó nunca una gota de sudor, y aún hay más personas que sudaron y siguen contemplando el mundo desde el mismo escalón. Un contacto, una hora exacta o un encuentro casual pueden ser suficientes para cambiar su suerte. Aunque el esfuerzo es necesario, no es una garantía​​​​​​​. 
Hay un elemento de clasismo en el sistema de prácticas actual: el trabajo está en las ciudades, las viviendas en ciudades tienen un alquiler más caro, pero las prácticas tienen remuneración simbólica o nula. Entonces, ¿cómo un estudiante puede construir su futuro si no puede permitirse vivir en el lugar donde están las oportunidades? En efecto, solo los que tienen la suerte de ser mantenidos económicamente por otros podrán acceder al mundo laboral. 
Asimismo, estigmatizar esta situación no ayuda a combatirla. Por lo general, se asocia el concepto de esclavitud a países en vías de desarrollo con leyes laborales más laxas. El modelo universal eurocéntrico acordó en algún momento lo que se supone que es explotación. Pero, ¿acaso no lo es también cobrar 1,8€ la hora y ni siquiera tener, después de 6 meses, opción a un contrato digno?
Suele decirse que los millennials y centennials son las generaciones más preparadas intelectual y técnicamente para insertarse en la sociedad a través del trabajo. No obstante, el sistema no deja de poner barreras para aquellos que tienen ilusión por aportar algo a la sociedad. Incluso se romantiza la precariedad cuando se tacha a los jóvenes de tener poca tolerancia al esfuerzo. «Bueno, aquí firmas que trabajas cuatro horas al día, pero necesitamos que trabajes 10. Si no te interesa, tú mismo, tengo a 20 como tú en la puerta. Los mismos que te dicen que nada es gratis en la vida son los que quieren pagarte en experiencia», apunta Álvaro Rigal en su artículo Millenials: el mundo está hecho una mierda y la culpa es vuestra.
En definitiva, España tiene un plan de prácticas profesionales y formativas que fomenta la explotación de los jóvenes, quienes aceptarían cualquier limosna a cambio de ganar un poco de experiencia. El Parlamento Europeo parece estar poniendo límites a la situación, pero lo cierto es que lanzaron un comunicado similar hace dos años y todavía hay recién graduados que viven de comer caldo todos los días mientras sueñan con un futuro mínimamente digno. 

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.