En la política española, por no pactar, no se pacta ni entre compañeros de partido, aquí, en la vieja piel de toro, no existe cultura de pactos, pues se vivieron estos primeros 40 años de democracia con un bipartidismo casi perfecto. Una alternancia en el poder entre el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular que anulaba a cualquier otro, salvo la excepción de nacionalistas catalanes y vascos, con los que no era difícil pactar porque nunca pidieron entrar en gobiernos sino más competencias y mayor financiación autonómica.

Siendo esto así, entenderán que las anquilosadas estructuras de los históricos partidos políticos españoles no estaban preparadas para pactar entre un mismo bloque ideológico y, por supuesto, no hablemos de hacerlo con los del bloque contrario. En Europa, desde los gobierno de la propia Unión Europea hasta los de los principales países -sírvanos la tradición alemana de gobernar en coalición-, se pacta con naturalidad. Es más, antes de ir a las urnas saben que tendrán que pactar, por lo que bajan los decibelios de las críticas y se centran en contrastar programas y vender el propio. En sus campañas electorales hay, en todo caso, batallas programáticas, pero nunca personales. No se hace política con las vísceras sino con el cerebro, no es una cuestión pasional/emocional sino racional.

Tras las elecciones, pactos

Tanto las pasadas elecciones generales celebradas el 28 de abril como las autonómicas y municipales celebradas el 26 de mayo han arrojado resultados que obligan a los partidos a sentarse en la misma mesa y pactar para conformar gobiernos estables, con acuerdos más programáticos que ideológicos. Ha llegado la hora de dejar las altisonantes declaraciones de las campañas electorales y ceder, entenderse y gobernar.

Hasta ahora tan solo tenemos conformados los Ayuntamientos, los cuales celebraron el Pleno de Toma de Posesión el pasado sábado 15, de los diferentes pactos alcanzados podemos deducir con absoluta claridad, al menos, cuatro cosas:

Primera, el Partido Popular es el gran beneficiado, ha sabido trazar una línea estratégica para pactar, empequeñecer a sus contrincantes y hacerse con buena parte del poder municipal que los ciudadanos le quitaron en las urnas. Ha conseguido gobernar grandes ciudades y muchas capitales de provincias, obteniendo el mismo o más poder que el PSOE.

Segunda, Ciudadanos se ha equivocado en su estrategia, han optado por ser soporte y no bases de los pactos, se han conformado con la alternancia en algunas alcaldías de capitales de provincia y, en el mejor de los casos, con toda la Legislatura pero en ciudades con menor peso político. No han sabido rentabilizar la ventajosa posición que le dieron los electores, siendo ellos los más beneficiados del trasvase de votos del PartAcuerdo entre PSOE y Cs en 2016ido Popular a otros.

El cordón sanitario al PSOE, al menos en municipios y autonomías, donde la política es muy diferente a la nacional, no ha funcionado. Dependerá en gran medida de la estrategia de comunicación que tengan para estos cuatro años pero, de primeras, da la impresión de que los honores se los llevarán otros y los errores recaerán sobre ellos.

Tercera, la izquierda ha perdido gran parte del poder que obtuvieron en 2015, mientras que el PSOE fue el partido vencedor de las elecciones autonómicas y municipales, ha visto a sus cabezas de listas perder la vara de mando en sitios donde ya gobernaban e, incluso, donde ganaron con claridad pero sin mayoría absoluta. En este mismo bloque, Podemos ha pasado a la irrelevancia, pues tan solo repiten dos Alcaldes, Ada Colau en Barcelona y Kichi en Cádiz, pero ambos han renegado del partido morado y han creado marcas locales.

Cuarta, VOX aguantó el pulso, amenazó con no apoyar los pactos PP-Cs y, al final, consiguió tocar poder aunque sus resultados electorales fueron muy inferiores a los esperados.

En clave nacional

Con este panorama y estas cartas sobre la mesa, Pedro Sánchez tendrá que negociar los apoyos o abstenciones para ser investido Presidente.

Pedro Sanchez y Pablo Iglesias en la ronda de contactos

Muchos son los que dicen que los partidos constitucionalistas tendrían que abstenerse para evitar que necesite los apoyos de los nacionalistas, toda vez que con Podemos no consigue la mayoría absoluta.

Está por ver si Podemos consigue entrar en el Gobierno o si al final todo era un órdago imposible de mantener. Pero también hemos de estar atentos a los votos de los pequeños partidos regionalistas, pueden ser decisivos y, a cambio, pedir apoyo en sus respectivas autonomías.

Lo que se debería descartar desde este mismo momento es la repetición electoral, pues los españoles ya dimos un mandato a los políticos. Ahora son ellos los que deben y tienen que entenderse por encima de diferencias ideológicas. Cualquier otra cosa es una irresponsabilidad que se penalizaría en las urnas.

La cultura del pacto, esa que no hay en España, ya habita entre los partidos, ahora tendrán que aplicarse y estudiarla para no defraudar a una ciudadanía que sitúa a los políticos como uno de los principales problemas del país.

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