La imagen que todos recordaremos del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, es la de un hombre exhausto, con ojeras por no pegar ojo, con barba de hace días, y vestido con un simple polar verde. Así es como ha comparecido incontables veces ante el mundo entero. Podríamos decir que «con lo puesto».

Otros lo recordarán como un antiguo cómico y empresario que ha terminado llevándose una guerra a la espalda. Supongo que ambas opciones son correctas. Zelenski nació un 25 de enero en Kryvyi Rih, una ciudad de la región de Dnipro. Llegados a 2019 y siendo beneficiario de su notoriedad mediática, se convirtió en el gran favorito de las elecciones. Podríamos decir que desde entonces ha sido un político “atípico”.

El presidente ucraniano no ha sido una figura política notoria en cuanto a las relaciones internacionales, como sí lo ha podido ser su actual adversario, Vladímir Putin o, incluso, siguiendo en la misma línea, Donald Trump. No obstante, la mañana del 24 de febrero de 2022 cambió esta perspectiva.

En el momento en el que los misiles y tanques rusos perpetraron el territorio ucraniano, la sociedad internacional se ha rendido a sus pies. El mensaje ha estado -y sigue estando claro-: Putin quiere destruir Ucrania políticamente destruyendo a priori a su jefe de Estado, es decir, a Zelenski.

No obstante, ello sólo ha hecho que se glorifique más la figura del presidente. Desde la invasión, multitud de cadenas de televisión han negociado los derechos de difusión de “Servidor del pueblo”, la serie creada en 2015 donde Volodímir, a modo de sátira política, se hacía pasar por el presidente de Ucrania. Este mismo éxito sería el que le llevó a lanzarse a la política y conseguir ganar las elecciones.

Es más, ya se está hablado del “método Zelenski” como principal acercamiento a la opinión pública. O, lo que es lo mismo, lo que le hará mostrarse como un héroe ante la Sociedad Internacional. Hablamos de mensajes que todo el mundo recibe y difunde por la Red. Podemos ver hashtags con el nombre del presidente por todo Twitter, o incluso cuentas de fanáticos por redes sociales.

Una vez, el comentarista ruso Sergey Parkhomenko se refirió a Zelenski como “débil, sin una religión y sin nacionalidad”. Lo curioso es que estos supuestos defectos y carencias que se le remarcaban en el comienzo de su carrera política, son los que hoy en día le han convertido en el protagonista de un libro donde la crisis, la guerra y otros cuantos males tiñen su portada.

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