Íñigo Errejón y Ramón Espinar han sido los últimos nombres en saltar a la palestra. Ambos abandonaron Unidos Podemos. Errejón se decantó por la plataforma de Manuela Carmena en Madrid, y Ramón Espinar dejó todos sus cargos en el partido.

Estas situaciones se suman a otras que la izquierda ha protagonizado en la sobremesa informativa. Las distensiones internas salen a la luz con demasiada facilidad. Uno de los primeros motivantes del fuego fue Pablo Echenique, Secretario de Organización de Podemos.

 

Discusiones internas en público

El mandatario progresista aseguró que Íñigo Errejón no dejaría su escaño porque «de algo tiene que vivir». Estas declaraciones son, clara e inequívocamente, un ataque personal al nuevo integrante de Más Madrid. A Echenique ni se le pasó por la cabeza que iba a ponerse en boca de todos, asegurando la inestabilidad en el seno de su partido.

Esto es algo curioso de analizar. Los políticos de Unidos Podemos tienen la suficiente experiencia ya como para saber qué les beneficia y perjudica de cara a la opinión pública. A pesar de ello, las indirectas hacia Íñigo Errejón en público se han sucedido desde el mandatario anteriormente mencionado hasta Irene Montero.

Esto comporta irresponsabilidad e inmadurez. No critico los fundamentos del partido, ni doya entender que no hay que votarles. Se trata de reflexionar sobre lo fácil que sería hacer las cosas bien, y lo mal que se hacen. Cada una de las distensiones internas del partido de Iglesias ha trascendido fácilmente.

 

Diferencias ideológicas fáciles de reconocer

Cuando Carolina Bescansa esbozó un documento interno en el que mostraba sus diferencias para con la dirección de Pablo Iglesias, no tardó mucho en aparecer en todos los medios de comunicación. Resulta alarmante la fragilidad de Unidos Podemos para mantenerse firmes como formación.

Esto incide negativamente en sus resultados electorales. Como enuncié anteriormente, esto no se trata de una crítica al partido, sino a su forma de «meter la pata» con tanta facilidad, cuando sería más sencillo, incluso, no hacerlo. En el análisis de las elecciones andaluzas apareció otro valor que la izquierda debe erradicar: «balones fuera».

 

Poca autocrítica por los malos resultados

No hablo sólo de los políticos, sino de los ciudadanos progresistas. Al término de los comicios en Andalucía, el PSOE obtuvo un mal resultado que no le permitió gobernar. Muchas acusaciones se dirigieron a las personas de izquierdas que no salieron a votar, ya que deberían haberlo hecho para evitar el triunfo de la derecha.

El problema de que los votantes de izquierdas no salgan a votar no es de los votantes, sino de los partidos. Imagínense lo mal que lo tiene que estar haciendo un partido político para que las personas que estén de acuerdo con éste no quieran si quiera votarle. Se trata de un problema muy grave.

 

Errores que manchan una ideología clave en la historia

El progresismo es indiscutible: a lo largo de la historia, ha conquistado derechos fundamentales. Sin esta ideología, muchos de los avances sociales no existirían. De ahí que llame tanto la atención que se cometan errores «de principiante» en cuestiones tan básicas.

Si en un partido se producen distensiones internas, hay que esforzarse en dejarlas dentro, o aparte, y dar una imagen pública de unidad. Si los votantes afines a una ideología no votan a los partidos que defienden esa ideología, sus políticos tienen un gravísimo problema: no son capaces de convencer ni a los que ya están convencidos.

En este artículo no se llega a la conclusión de que la derecha sea mejor: en otra ocasión, analizaré también los fallos que comete esta ideología. La izquierda necesita mostrar una mayor madurez si quiere frenar el aumento de VOX. Con acusaciones de fascismo y cordones sanitarios, nunca podrán convencer a los extremistas de que los extremos nunca son la solución.

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