Se han celebrado las Elecciones Generales, Europeas, Autonómicas y Municipales y ahora de lo que toca hablar es de la conformación de los próximos gobiernos. A nivel nacional es de sobra conocida cuál es la situación. PSOE y Podemos, Sánchez e Iglesias dicen que negocian pero por los tira y afloja de cada uno no acaban de llegar a un acuerdo. Acuerdo que, por cierto, necesitará del visto bueno de los partidos independentistas y nacionalistas para materializarse.

En algunas Comunidades Autónomas la situación es similar, siendo Madrid y Murcia las dos autonomías sin gobierno, de momento, en las que más se está centrando el foco mediático. En ambas parece que la fórmula PPCiudadanosVOX es la que terminará por imponerse. Aunque en política, ya se sabe, hasta el rabo todo es toro y no se puede descartar nada hasta que se saque adelante una investidura.

Yo quiero hablar hoy de esas formaciones políticas de ámbito nacional que, aunque minoritarias en términos de aritmética parlamentaria, son decisivas para permitir gobiernos liderados por los partidos del bipartidismo. Naturalmente, me refiero a Podemos y a VOX.

A veces, quizá debido a su número de diputados en comparación con los de PSOE y PP, se tiende a menospreciar las exigencias de estas pequeñas formaciones. Pero son indispensables si socialistas y populares quieren gobernar. ¿Qué vengo a decir con esto? Pues que es legítimo que Podemos y VOX le exijan a PSOE y PP (con Ciudadanos) lo que estimen oportuno si dichas formaciones quieren contar con su respaldo para una investidura. Es decir, tan legítimo es que Pablo Iglesias ponga como condición última su participación en un gobierno presidido por Pedro Sánchez, como lo es que VOX pida una reunión o un acuerdo a tres entre los de Abascal, Rivera y Casado. Otra cosa es que esos intereses partidistas consigan eclipsar e imponerse a lo que realmente nos debería importar a todos dejando a un lado las ideologías: el interés general.

PP y Ciudadanos ya le han dicho a Sánchez que con ellos no cuente para que éste resulte elegido Presidente del Gobierno. Si la postura de alguno de estos dos partidos no cambia, a Sánchez no le quedará más remedio que llegar a un pacto con Podemos y recabar la bendición de los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos. Justo lo que él mismo, en 2016, invitó a Rajoy a hacer cuando este solicitaba ‘una abstención de Estado’ por parte del PSOE. En aquella ocasión, Sánchez le dejó bien claro que NO es NO y que se pusiera a trabajar en convencer a los nacionalistas del PNV para poder gobernar. Lo que pasó después en Ferraz ante la intransigencia del líder socialista ya lo sabemos. Esas son las bazas a día de hoy. Y no hay más. A no ser que se convoquen unas nuevas elecciones, claro.

En la Comunidad de Madrid y en Murcia parece que las tres fuerzas del espectro ideológico del centroderecha/derecha están acercando posturas. Así, todos los analistas políticos coinciden en afirmar que más pronto que tarde habrá gobiernos de coalición PP-Ciudadanos, con VOX condicionando desde la oposición la acción de gobierno. Como digo, parece que se acercan las posturas, pero no se puede descartar nada. Las relaciones entre Ciudadanos y VOX, con el PP actuando de Celestina, hacían presagiar hace no pocos días que la repetición electoral en Madrid y Murcia estaba muy cerca de producirse. VOX exigía una reunión pública y la posterior firma de un acuerdo también con Ciudadanos. Mientras tanto, los naranja se negaban a sentarse con la formación de Abascal si no era más que para explicarles el acuerdo que habían suscrito con el PP.

No sabemos exactamente hasta qué punto les puede desgastar su posición privilegiada en la negociación a Podemos y a VOX. Sí, parece que el desgaste puede ser mayor en Podemos si finalmente no se llega a un acuerdo con el PSOE y hay que ir de nuevo a las urnas. Los de Iglesias están al borde de la descomposición, venidos a menos desde hace ya bastante tiempo.

Y me parece a mí que una nueva repetición electoral por no haber sido capaces de entenderse con Sánchez sería la puntilla a su muerte política. Pero ya sabemos cómo es Iglesias y hasta dónde es capaz de llegar. Si tiene que llevar hasta el final sus amenazas, las lleva. Ya pasó en 2016. Es lógico que trate de pelear hasta el final el que su nombre aparezca en las reuniones del Consejo de Ministros. Si no lo consigue, sabe que puede ir firmando su sentencia de muerte en esto de la política.

El desgaste que pueda o no sufrir VOX es una incógnita. Hay encuestas que sí prevén un descenso de esta formación a corto-medio plazo y otras, como en Murcia, que premian su posición firme en las negociaciones con PP y Ciudadanos.

Evidentemente, yo, como ciudadano, quiero que los partidos políticos fueran capaces de anteponer el interés general a sus propios intereses. Intereses que son legítimos. No hay que demonizar a un partido político por defender sus votos y escaños en una negociación política. Pero evidentemente hay límites, y ellos también tienen que darse cuenta de eso. Estaremos atentos a cómo vayan transcurriendo los acontecimientos en los próximos días. Seguirá prevaleciendo la emoción y la incógnita hasta el último minuto del último día que se hayan dado de plazo para sus negociaciones. No me cabe duda.

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