Tras meses de pandemia, llegó la vacuna. Vimos muchos rostros en televisión que recibían la vacuna. La vacunación tenía que planificarse por el Consejo interterritorial de Salud. Sin embargo, algunos han decidido que van ellos antes que nadie.

La pandemia lo paró todo y nos metió en casa en marzo. Muchos perdieron el trabajo y quedaron pendientes del cobro de ERTES, otros ni siquiera podrán contarlo. La primera ola fue devastadora, pero sus sucesoras no se quedan atrás.

Actualmente el confinamiento domiciliario se ha convertido en uno perimetral y cada día hay nuevas restricciones. Los contagios se disparan, provocando que en los días siguientes suban las hospitalizaciones. Los sanitarios se saturan, nos avisan de que el hecho de posponer intervenciones es otra consecuencia del covid. Nadie parece escucharles, nos piden confinamiento voluntario con un reducción de interacciones sociales.

Ahora, hay una herramienta sobre la mesa que puede ayudar en la lucha contra el covid. Ha aparecido en tiempo récord tras un esfuerzo sin precedentes. Por una vez la humanidad tenía un objetivo común y era increíblemente bueno. En el seno de la UE se han autorizado dos, ‘Pfizer’ y ‘Moderna’, mientras se está en conversaciones sobre otras para comercializarlas en cuanto se demuestre su efectividad.

Van llegando, nos sentimos optimistas, algunos demasiado. Estamos cerca del final, por eso hay que tener el máximo cuidado, un último empujón. La gente se tiene que enterar del acontecimiento más importante de los últimos tiempos, en nuestras pantallas se cuela Araceli Hidalgo hace casi un mes. Tras muchos rumores y siguiendo las pautas recibe la segunda, no duda en recomendarnos a todos que nos vacunemos.

Después de Araceli, el Ministerio de Sanidad registra que 68.456 personas ya han recibido ambas dosis. En el territorio nacional se han distribuido 1.346.100 vacunas de las que se han utilizado 1.165.825. Los datos, a simple vista, pueden parecer correctos. Sin embargo, hay que recordar que no es una tarea centralizada. Como no está centralizada, cada región lleva su velocidad. Vamos a dos velocidades ante un enfermedad que sólo tiene una; veloz.

Puede haber errores humanos en su manipulación, pueden llegar a ser comprensibles ante sus necesidades de mantenimiento y la excepcionalidad de lo que vivimos. Sin embargo, lo que no tiene excusa son los cargos que han decidido no esperar más sin límite temporal aparente. Se han otorgado un paso al grupo 1, uno tras otro hasta llegar a 400 personas. Un absoluto escándalo que, desgraciadamente, ha recaído sobre algunas personas que verdaderamente son vulnerables debido a su delicado estado de salud; cosa que me apena enormemente y no incluyo a estas personas.

Mientras tanto, la sociedad se enfada y pide consecuencias. Algunos dimiten, otros son destituidos. La gente se enfurece tras mucho tiempo sufriendo. No hemos salido mejores, simplemente hemos salido y muchos no dudan en demostrárnoslo. En un momento en el que se especula sobre la falta de  suministro de dosis y se vigilan las cepas nuevas.

Cuando todo esto pase, habrá que encontrar el antídoto a la picaresca que ya lleva demasiado tiempo en nuestra sociedad.

 

 

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