Las redes sociales, y la mentalidad de las personas conforme a las mismas, han experimentado una transición que resulta sorprendente si echamos una mirada al pasado. Actualmente, ha quedado en el olvido aquellos años en los que estos medios eran una señal de advertencia; un lugar extremadamente peligroso y extraño con el que había que interactuar con precaución.

Hoy en día las redes sociales tienen una cantidad sorprendente de poder; a tal nivel que sostienen, por así decirlo, nuestra vida. A través de ellas llevamos a cabo todo tipo de actividades que como seres sociales ansiamos hacer. Nos comunicamos, expresamos, aprendemos, conocemos las vidas de otras personas, mantenemos y creamos nuevas relaciones…

Sin embargo, otorgar semejante cantidad de poder a estos medios ha terminado por influir en nosotros anímica y físicamente al igual que el resto de cosas que nos rodean. Más específicamente porque las redes sociales no son un lugar ni lo más cercano a perfecto, sino que poseen una doble cara digna de comentar.

El lado más oscuro de las redes presenta una versión alternativa de la vida, donde las preocupaciones existen, pero no se presentan, al igual que los sentimientos y las enfermedades mentales. Donde las relaciones amorosas y de amistad son envidiables, el abdomen es plano y la piel humana no tiene ni un solo rasguño. Este lugar es uno aterrador por el hecho de que presenta algo irreal como si fuera todo lo contrario.

Se muestra una vida y un prototipo de ser humano, que impacta de forma extremadamente negativa en la sociedad, creando inseguridades y dudas sobre uno mismo difíciles de romper. Esto sucede sobre todo porque crea en las personas la falsa creencia de que así son las cosas y así es cómo deberían ser ellos también, generando, en muchas ocasiones, que deseen intentar alcanzar esa utopía.

Al fin y al cabo, lo único real es la perfección del caos que nos conforma, lo que nos entristece, desespera, ilusiona; lo que nos hace sentir. Los cuerpos reales, el acné, arrugas, pecas, estrías, celulitis…  Todo ello es real, y, tristemente, rara vez nos lo encontraremos en las RRSS. Y queramos o no escucharlo, es responsabilidad nuestra. Porque las redes no se manejan solas, somos nosotros los que estamos detrás; los que nos integramos en lo que ya está tan consolidado y definido. Nos fundimos en lo que se conoce como el «postureo», es decir, la representación de una realidad sublime, ya que, no hacerlo, nos supondría una labor una labor extremadamente incómoda y complicada para nosotros. ¿Cómo vamos a publicar algo que no está en absoluto normalizado? Generaría una lluvia de críticas que nuestra autoestima quizá no sería capaz de soportar. Y es totalmente comprensible.

Cierto es que, cada vez hay más cuentas en medios como Instagram que tratan de cambiar, de normalizar lo que, realmente, ya es absolutamente normal. Tratan de dejar atrás una mentalidad basada en que si no tienes un cuerpo como el que se presenta en las redes, el problema eres tú. Una mentalidad donde las enfermedades mentales son algo que mantener en secreto y donde mostrar demasiados sentimientos es una forma de buscar atención.

A pesar de ello, las RRSS, tienen otro lado que es todo lo contrario a aterrador. Un lado que ha logrado unir familias, amigos y parejas que se encontraban a miles de kilómetros cuando no podían estarlo. Gracias a un simple “tuit” se han movido masas, animando a los ciudadanos a luchar por sus derechos y creencias. E incluso, en los últimos años, se han llegado a convertir en un medio que conciencia acerca de muchos temas como el feminismo, machismo, cambio climático, enfermedades mentales, amor propio, conflictos internacionales…

Al final del día, estas dos caras de las redes sociales se encuentran en una continua batalla, donde la balanza se inclina mucho más hacia la negativa, es decir, hacia la muestra de una persona y una vida utópica e imposible de alcanzar. Esta situación ha generado en muchas ocasiones en las personas, la necesidad de alejarse de las redes por la angustia y desesperación que les generaban, aún siendo nosotros mismos los que decidimos mantener este tipo de redes vivas. No obstante, a través de ello, se han percatado de que incluso poseen mucha más tranquilidad y paz sin las mismas. Entonces, si alejándote de algo, estás mejor, ¿No demuestra esto la necesidad de un cambio urgente? ¿De unas redes sociales mucho mas reales y cercanas?

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