Una doble moral recorre España desde el pasado 16 de febrero. Una división que ha estado presente desde hace décadas, y que en la última semana se ha acentuado. Dos decisiones judiciales, una manifestación que nadie entiende, y revueltas envueltas en llamas.

 

El lunes España se despertaba con un malestar generalizado viendo cómo no todos somos iguales ante la justicia. Cristina Cifuentes salía limpia de los juzgados tras la alegación de falta de pruebas… pero lo que sí se sabe es que se trata de un máster completado con numerosas irregularidades. Así como publica el diario ABC, «nunca fue a clase ni mantuvo contactos con ningún profesor» y la defensa del TFM «incluso de haberse producido, hubiera sido en extremo inexplicable pues en el año 2012 figuraba como no presentada en una asignatura». 

 

Y mientras España se desperezaba y encendía la televisión para comenzar a desayunar, se producía la detención de Pablo Hasél en la Universidad de Lleida, donde habían pasado la noche estudiantes y simpatizantes de la causa intentando que no ocurriese. Ya ha acabado el plazo para que se entregue voluntariamente, por lo que los Mossos d’Esquadra procedían a encontrarlo. Según El País, la detención es por el cumplimiento de una condena a nueve meses de prisión por los delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, pena que se elevará a más de dos años. Se trata de la única pena que le ha llevado a la cárcel, aparte de haber sido imputado por otras. 

 

Lo que sabemos es que Pablo Hasél ya duerme entre rejas físicas, y podría decirse que desde el primer momento que fue acusado comenzó a vivir tras las rejas de la Ley Mordaza. En 2019 fueron 14 artistas los que fueron imputados por sus canciones o expresión artística en España, por delante de países como Irán o Turquía, y en consecuencia, a la cola del desarrollo pleno de una libertad democrática real.

fuente: Freemuse

 

La calle variará en opiniones y sentimientos; y aquí es donde irradia el problema. Pensar no es un delito, pero sí expresarlo, gritarlo, y por lo visto, cantarlo, y es algo a lo que hay que tenerle miedo. La libertad es el bien más preciado que tenemos y no debería vulnerarse siempre y cuando se respeten unos límites y se imponga ante todos por igual. Porque mientras se detenía al rapero imputado, una marcha antisemita se producía en el centro de Madrid. Un saludo nazi, un discurso nazi, un odio personificado al que llaman el “enemigo” y, por supuesto, autodeclarado sin tapujos. 

La pregunta no recae en quién está o no está de acuerdo con Pablo Hasél, sino a quién le enfada más una canción que un saludo nazi. Y no encuentro discusión.

 

En los últimos años se ha apostado más por llevar una bandera por delante de los derechos humanos que por saber que todos somos humanidad. La frialdad del pensamiento de que una patria, una unión y una figura representativa está por encima de cualquier derecho es el primer grano de arena en la montaña que hemos creado y me lleva a escribir este artículo: la corrupción de la justicia. Nos volvemos ciegos porque quieren que lo seamos, y a nadie le importa. 

La libertad está en cada uno y como queramos ejercerla: de verdad o como nos dejan vivirla. El respeto y la libertad del otro debe estar siempre por encima, pero nunca por expresar una opinión debería estar penada.

 

El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre. (Aristóteles)

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