De crisis en crisis y tiro porque me toca, la nueva dinámica mediática del Partido Popular

El Partido Popular tiene desde el pasado domingo 3 de abril nuevo barón supremo. El nuevo líder de los de la gaviota azul ya reinó en Galicia durante 13 años, y ahora, tras dejar de lado las tierras de los bosques verdes, el marisco y los chubasqueros, llega a Madrid con una idea más que clara, renovar el partido. Hablamos del mismísimo Alberto Núñez Feijóo, el barón por excelencia, antes incluso de ser nombrado o postulado como presidente del Partido Popular. Sin duda el gallego, presidente de la Xunta hasta la fecha, ya era desde 2009 uno de los arraigos más fuertes hacia el partido, el perfil de líder que la derecha conservadora quería. Pero su llegada al trono de Génova 13 no ha quedado exenta de polémica, y sus cambios internos del partido han dejado una oleada agridulce entre los sillones populares.

Sevilla fue el lugar que acogió la coronación como líder del Partido Popular, pero los cambios han llegado hasta Madrid. Miguel Tellado, además de Esteban González Pons, Juan Bravo, Elías Bendodo, Pedro Rollán y Carmen Navarro forman desde ayer el núcleo duro de la nueva dirección nacional del partido. ¿Pero que más ha ocurrido en las alturas de los populares? Muy sencillo. El eje gallego-andaluz se conforma como mandatario de la nueva cúpula, mientras que Madrid se diluye en el tintero y Castilla y León, junto con Murcia, desaparecen del mapa gubernamental interno.

¿Qué será de la nueva cúpula?

Juanma Moreno, presidente de Andalucía, ha donado parte de su equipo a la causa de Feijóo consolidando así su apoyo al presidente gallego; Bendodo y Bravo son la prueba. Y, sin embargo, Ayuso, reclamada como la líder del pueblo entre los adeptos de los populares, queda en un espacio más discreto, por decir algo. Madrid está sentado en el banquillo del nuevo PP; tan solo tendrá secretarios de área ya que nadie de su núcleo duro ha conseguido un puesto en la cúpula del nuevo organigrama. ¿Puede que sea esto la caída de Ayuso dentro del partido, un pequeño bache en la carrera política de la líder madrileña, o tan solo un acto de miedo hacia esta por parte de Feijóo? Es un enigma difícil de descifrar.

¿Y Ayuso?

Díaz Ayuso ha quedado relegada a un segundo, incluso tercer puesto dentro de esta nueva organización interna. Parece que su propósito por hacerse todavía más fuerte dentro del partido le ha llevado a que el tiro le salga por la culata. Con Casado podía permitirse una guerra cara a cara, fuerte y desgarradora, pero con Alberto Núñez Feijóo esta afrenta parece más dura de batallar. El gallego tiene los apoyos más importantes y al 99,63% de la militancia avalando su proyecto político para alcanzar en un futuro cercano su sueño de La Moncloa.

Parece que Isabel no ganará esta guerra, que todavía no ha empezado, y que posiblemente no se atreva a iniciar. Entre los azules prima la experiencia política, que ya lo dice el refrán “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, y es verdad. A las palabras de García Margallo me remito: “Lo lógico es que los partidos tengan Nuevas Generaciones, pero no tanto que las Nuevas Generaciones tengan un partido. Es tiempo para los adultos. Los jóvenes ya tuvieron su oportunidad y la tiraron por la borda”. Aquí la fuerza y el tirón mediático no tienen el jaque, lo tiene la voz y la andadura. Creo que poco más se puede decir; Madrid tendrá que esperar un tiempo para volver a recuperar su puesto como titular del partido.

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