En este artículo analizamos por qué los dos pequeños países del Cáucaso tienen tan malas relaciones, enraizadas en la disputa por la soberanía del Nagorno-Karabakh.

Lo cierto es que la historia reciente de Armenia es una de las peores que se recuerdan en Europa. Desde que en el año 301 se convirtieran en la primera nación en adoptar el cristianismo, los vaivenes de la historia los llevaron a formar parte del Imperio Otomano. Después de 400 años integrados en él, hasta 1.5 millones de armenios fueron forzados al exilio en una maniobra de limpieza étnica en 1915. Desde deportaciones, trabajos forzados a la muerte in situ o condenados a vagar por el desierto hasta que la muerte los encontrara.

Hasta el siglo XIX, los azeríes por su parte estaban integrados dentro de Irán, hasta que finalmente se vieron anexados al Imperio Ruso. Pronto llegaron los grandes movimientos geopolíticos de principios del XX. Para 1918, el Imperio Otomano entra definitivamente en los libros de Historia, y tan sólo un año antes, en 1917, triunfa la Revolución Rusa. Derrocados los zares, Azerbaiyán consigue vivir una corta independencia.

Pese a las distancias religiosas (la Armenia cristiana, la Georgia ortodoxa y el Azerbaiyán musulmán), las élites culturales consiguen en ese momento unificar a las tres naciones bajo la República Transcaucásica. Aunque la región en aquel momento vivía una infusión de hermandad, la República se desmiembra el propio año de su fundación. Tras unas nuevas independencias igual de cortas, para el año 1920 las tres naciones quedan de nuevo fusionadas dentro de la URSS. Pero ni siquiera el mando soviético consigue que este sueño perdure, pues en 1936 la URSS ve cómo se disuelve finalmente la República Transcaucásica.

Si bien durante el mando soviético parecía haberse materializado cierta paz entre Armenia y Azerbaiyán, ésta se rompe en 1988. Este año, el Parlamento del Oblast de Nagorno-Karabakh, oblast de minoría armenia dentro de Azerbaiyán, vota unificarse a la República Socialista Armenia. Es a partir de este momento que reaparece el conflicto interétnico que había quedado apagado dentro de la URSS.

 

El estallido de la guerra del Nagorno-Karabakh

En medio del caos económico, disuelta la URSS en 1991, Armenia y Azerbaiyán recuperan su independencia y nacen en guerra por dicha región. Ya como nación independiente, Azerbaiyán arrebata la autonomía del Nagorno-Karabakh y estalla el verdadero conflicto étnico. La guerra en las montañas del Cáucaso provocó el desplazamiento de cerca de un millón de civiles, en un momento de crisis económica gravísima.

Por curioso que parezca, la motivación de esta guerra no son las diferencias religiosas, sino puramente étnicas, naciendo del dolor que mantiene la población armenia desde el genocidio otomano de 1915. Ya para 1994, es evidente que Armenia ha ganado la guerra. La mediación rusa consigue que se llegue a un alto el fuego pero las dos naciones no han firmado nunca un Acuerdo de Paz, lo que las deja técnicamente en guerra a día de hoy, siendo las dos estados miembro de la CIS, la llamada OTAN rusa.

Tras la guerra, el Nagorno-Karabakh se estableció como la República de Artaskh, un estado de facto independiente pero que no es reconocido por otros estados. Puede recordar al caso de Kosovo del que ya hablamos aquí. Esta república mantiene relaciones muy estrechas con Armenia, hasta el punto de utilizar la misma moneda y entrenar juntos a sus ejércitos.

 

En la actualidad, un conflicto congelado

A día de hoy, se mantiene como uno de los conflictos congelados que todavía quedan en Europa, pero cuyas consecuencias son todavía visibles. Las dos pequeñas naciones no mantienen todavía relaciones diplomáticas, y Armenia se ha visto bloqueada económicamente en varias ocasiones. Recordemos que los azeríes son de etnia túrquica y que Turquía sigue manteniendo que la palabra genocidio no es adecuada para definir los hechos de 1915. Con esto, Armenia se ha quedado fuera de megaproyectos ferroviarios y de tuberías de gas y petróleo, lo que hace las cosas todavía más difíciles para la nación más pequeña y montañosa de las dos.

Por muy frío que pueda parecer el conflicto actualmente, un evento hace que Europa ruega por que las dos naciones se lleven bien: Eurovisión. Las dos repúblicas tienen un historial de récord en el festival, con 7 posiciones en el Top 10 para Armenia y 6 para Azerbaiyán. La tensión entre las dos repúblicas del Cáucaso es máxima durante el Festival, ya que Azerbaiyán ejerce toda su autoridad para intentar impedir que los representantes de ambos países se saluden siquiera. En este aspecto Armenia, que está llevando a cabo un proceso muy lento de transición democrática, es mucho más laxa que su vecina, que no logra dejar atrás las prácticas autoritarias.

Como remanente de los votos geopolíticos, que todavía existen en el Festival, estos vecinos se otorgan el uno al otro la brillante última posición. Teniendo en cuenta que los nombres del jurado son públicos, estos podrían sufrir consecuencias judiciales al regresar a su país por haber otorgado puntos a su vecino. Las autoridades azeríes llevaron esta práctica al extremo en 2009, cuando interrogaron a los 43 ciudadanos azeríes que habían votado por la representante Armenia.

 

Esperanzas para el futuro

En definitiva, la enemistad entre las dos repúblicas caucásicas es patente. En ambos países existe y persiste un sentimiento de resquemor y odio hacia el otro, siendo más profundo en Azerbaiyán, donde es además promovido desde las esferas públicas y medios de comunicación. Quizá en un futuro los dos países se den la mano por fin.

 

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