Las muertes tanto por violencia machista, como por agresiones hacia el colectivo LGTBI se suman casi día a día, y sí, nos están matando y nadie los para.


No me tiembla la voz cuando afirmo que nos están matando. Ni me tiemblan los dedos cuando escribo un tuit condenándolo, ni cuando publico en Instagram un post que lo hace. Ni mucho menos cuando empiezo a escribir estas líneas. Tampoco me tiembla la voz al decir quién soy, ni como soy. Solo tiemblo cuando pienso que nos matan, matan a las mujeres, matan a la gente del colectivo, y poco a poco, matan la diversidad. Que al fin y al cabo es lo que les interesa, volver a lo de antes, a cuando no había color, a cuando nadie gritaba su condición con libertad, ni cuando reclamaban sus derechos a voces.

Matan al diferente. Pero ¿por qué?, ¿hay una explicación lógica?, ¿algo racional detrás? No, ni mucho menos. Matan por el hecho interiorizado de ser quien es. Asesinan a las mujeres por machismo, por ser mujeres, por el miedo a la caída de la supremacía masculina, que convierte su posición de gorila imperante en una nueva posición de igualdad. Y silencian a las personas homosexuales porque no son capaces de entender que el sexo no condiciona el amor, que hay más allá del matrimonio, y las parejas de distinto sexo. Matan por placer, porque aparte de ser xenófobos, machistas, y homófobos, son asesinos.

¿Violencia de género, o violencia machista?

Ayer, la localidad navarra de Murchante, sufría un nuevo crimen machista. Una joven moría a manos de su excuñado, y eso no es todo, con la mirada presente de sus dos hijos. Un asesinato más que añadimos a la lista de mujeres asesinadas por violencia de género, lista que parece infinita. Y dos niños que sumamos a la de menores víctimas de la misma. Para que luego venga algún partido, cuyo color verde no quiero ni recordar, a decirnos que la violencia machista no existe. No existe para quien no la quiere ver, señorías. Porque sí, los asesinatos por este tipo de violencia ocupan todos los telediarios casi semanalmente, y son la verdadera pandemia que vivimos como sociedad. Simplemente repugnante.

El término violencia de género ha dado paso a lo que ahora conocemos por violencia machista, sí, porque matan por ese motivo. Cuando un hombre mata a una mujer es violencia machista, porque aparte de importar el género, se añade el factor del patriarcado social en el que nos hemos criado, la ideología paternalista que impera en nuestra no tan moderna sociedad.

Homofobia y otros crímenes y asesinatos

Pero no, los asesinatos hacia mujeres víctimas de la violencia machista no lo son todo. Por desgracia, añadimos a nuestra lista negra de motivos por lo que somos una sociedad de mierda los crímenes por homofobia o LGTBI fobia.

Samuel Luiz es el protagonista de este triste, y desesperador relato. Parece distópico que durante la semana del Orgullo hayamos registrado tantos, y tantos, y tantos, ataques contra personas del colectivo. Las páginas de los periódicos se llenaban a diario de las imágenes de nuevas agresiones que no han hecho más que fortalecer la voz de estos. Como dice la serie Veneno, “Que vayan pasando”, lema del que se ha adueñado gran parte del colectivo LGTBI y que alega firmemente que no los callarán.

Samuel fue asesinado la pasada semana en A Coruña, a golpes, en la calle, y sin consuelo. Fue arrastrado 250 metros al grito de “Maricón”. Sus asesinos decidieron que la vida del joven no valía más que eso, que una palabra. La vida de una persona que dedicaba su vida a la de los demás, a cuidar de ancianos en una residencia. Dedicaba su vida a lo que quería ser, y ese es el problema, que para muchos querer ser algo, conseguirlo, y estar orgullosos de ello, es motivo de muerte. Y en este caso a Samuel lo mataron por eso, por “maricón”

Similitudes del 36

¿No os recuerda a alguien? Sí. A Federico García Lorca lo mataron de la misma manera, al grito de “maricón”, como si serlo fuese un problema, cuando el único problema lo tienen ellos, y lo tenemos nosotros también como sociedad que lo permite. Y no permite solo eso, permite que un grupo de policías cargue contra una manifestación pacífica, sí, repito, PA CI FI CA, que condenaba el asesinato del joven en A Coruña. Esto no hace más que evidenciar una cosa, los cuerpos de seguridad se han posicionado, y lo han hecho con el lobo. El malo se escuda detrás de un antidisturbios, y eso si que me hace temblar.

No hay revés para esta cara

Creo que tengo poco más que añadir. Nos están matando, como diversidad social, como orgullo y como feministas. Y no, nosotros y nosotras no nos podemos quedar callados, y mucho menos quietos. Ni vosotros, ni nadie. Porque quien no se posiciona con la víctima, se convierte en cómplice del verdugo, y no hay vuelta de hoja.

La homofobia es igual que el racismo, el antisemitismo y otras formas de intolerancia, ya que busca deshumanizar a un gran grupo de personas para negar su humanidad, su dignidad y personalidad: Coretta Scott King

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