Llueve tras la ventana y es que hace días que las nubes no dejan pasar el sol tras ella. El cielo se ha vestido de gris y llora por su pena, mientras las gotas de tristeza juegan en el cristal a hacer carreras contra él. Noviembre ha llegado sin avisar y con la prisa de querer sacar la luna a pasear cada día más temprano. Las noches son eternas y el frío se ha colado por las esquinas de unas calles que visten abrigos largos.

Noviembre es ese mes en el que abrazamos a la rutina, buscando en ella refugio y la comodidad en la monotonía. Jugamos a la vida de prisa, intentando ganarle el pulso al tiempo y robarle minutos a sus manecillas. Andamos rápido, a contrarreloj, recreándonos en la paradoja de nuestra existencia mientras nos dejamos la vida para poder vivir.

Y así, obnubilados por la vorágine vital que nos envuelve, dirigimos nuestros pasos hacia el futuro. Dejamos pasar los días como meros números de un calendario, en una continua cuenta atrás y en la ansiosa huida de nuestro presente más inmediato. Mas, en su búsqueda, obviamos la efimeridad de nuestra existencia en un intento de olvidar que todo tiene su final.

Hace poco escuché que lo más valioso que tenemos es el tiempo, pues nunca vamos a recuperarlo. Sin embargo, lo perdemos, lo derrochamos y dejamos que se escurra el oro entre nuestras manos. Y así caen los días, los meses y los años. Pasamos por la vida, pero terminamos pasando de ella. Quizás el después sea nunca, quizás nunca sea para siempre. Los momentos no vuelven, aunque los recreemos mil y una veces, como tampoco lo harán las oscuras golondrinas, aquellas a las que evocaba Bécquer.

Solo nos vamos a llevar aquello que vivimos, preguntémonos entonces si estamos viviendo aquello que nos queremos llevar. Si nos merece la pena o si estamos perdiendo nuestro tiempo en un tren que atropella. No nos quedemos con las ganas y apostemos por las corazonadas. One day you’ll leave this world behind. So, live a life you will remember (Un día dejarás este mundo atrás. Así que vive una vida que recuerdes), decía Avicii en The Nights. Al final todo se resume en recuerdos, pero al menos, quedémonos con que fuimos felices en ellos.

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Un comentario en «Noviembre, la lluvia y los recuerdos»

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