Érase una vez dos jóvenes líderes políticos ansiosos de regeneración y cambio en España. Tras el 15M, fueran de izquierdas o de derechas, muchos españoles se habían concienciado de la necesidad de mejoras en nuestra democracia, y parecía que por una vez en mucho tiempo había opciones políticas que garantizaban la regeneración. Albert y Pablo así lo prometían. Évole, siempre oportuno a la hora de sentar a personas en la misma mesa, quiso comprobar su afinidad, y de aquel programa recuerdo acabar de verlo con una sensación de esperanza enorme. Hoy esperanza, pues no, no mucha. 

Los primigenios Rivera e Iglesias en aquel Salvados estaban de acuerdo en muchas medidas que tenían que ver con la regeneración política de España. Cada uno aportaba sus matices, como tiene que ser, pero parecían estar dispuestos a dejar de lado sus diferencias y pactar para conseguir sus objetivos. Llegaron juntos a la entrevista, en una furgoneta en la que hablaron de su vida personal, como dos amigos a los que la ideología no separa. Todo era maravilloso hasta que llegó el 20D y, toda aquella concordia voló por los aires. Iglesias se convirtió para Rivera en un bolchevique peligroso fan de Maduro, Irán y todas las cosas malas de este mundo. El de Ciudadanos de repente era para el jefe de Podemos un facha imposible de diferenciar del PP. Y así llevamos dos años, haciendo esperar a todos aquellos españoles que votamos por mejorar nuestra democracia.

Ciudadanos se ha enrocado en el discurso del miedo. Ahora, para los naranjas, Podemos son los rojos y quieren romper España y robarte tus propiedades, esas que con tanto esfuerzo has ganado. No es posible ningún tipo de pacto con ellos porque son peligrosos radicales. Sin embargo, es mucho más eficaz pactar con un PP podrido y conservador al cual los cambios le dan grima. Un PP que está convirtiendo en papel mojado las medidas que pactó con Ciudadanos para la investidura sobre regeneración. Pero bueno, por lo menos no son comunistas peligrosos quemaiglesias.

Podemos tampoco quiere pactar con Ciudadanos, la nueva Falange según ellos. A pesar de la coincidencia inicial en muchos aspectos, ahora parece separarlos un mar de odio. El partido de Iglesias, en su intento de demostrar cómo desaprovechar más de 70 escaños en el Congreso, está solo y aislado. Sin querer demostrar que la nueva política era algo más que una estrategia electoralista. Sin querer ser pragmáticos y conseguir sus objetivos mediante el pacto y no por decreto, como hacen en los ayuntamientos. Ay Errejón que falta nos hacías.

En fin. Es cierto que ambas formaciones han votado juntas en el Congreso en varias ocasiones, pero siempre sin mirarse, haciendo parecer que se trata de una casualidad fortuita y dejando claro que nada tienen que ver. Señores líderes de estos partidos, recuerden que tienen detrás a millones de votantes que siguen creyendo que la regeneración es necesaria y urgente. En vez de enfrentar a sus votantes entre sí apelando a diferencias ideológicas del pasado, piensen en las similitudes existentes que pueden garantizarnos un futuro mejor. Señores Iglesias y Rivera quiéranse un poquito más leche.

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