“El periodismo, o es feminista, o no es periodismo”, establece la periodista y escritora Ana Bernal-Triviño. En pleno siglo XXI seguimos viviendo en una sociedad machista y patriarcal. Si bien es cierto que nuestras antecesoras feministas se encargaron de labrar un tortuoso camino para alcanzar una igualdad real entre géneros, aún no se ha llegado a alcanzar el éxito de esta utopía.

A día de hoy, la mujer sigue siendo objeto, sujeto y diana de la cosificación sexista, no solo por parte de la sociedad civil, sino también por parte de los medios de comunicación. Esto se basa en una visión estereotipada de la mujer, que acrecienta y perpetúa roles de género arraigados. Como consecuencia, se mina la capacidad de la misma, como ser humano en igualdad de derechos.

Como es bien sabido, los medios de comunicación ejercen un rol destacado dentro de la sociedad. Son capaces de dictaminar la agenda y fijar el foco de la opinión pública. De este modo, pueden llegar a asentar y difundir valores sociales tradicionales, fomentando conductas machistas que degraden a la mujer, en lugar de denunciarlas e intentar acabar con ellas.

Los medios como altavoces de estereotipos

Bernal-Triviño, en su libro No manipuléis el feminismo afirma que “si nos educan con estereotipos, normalizamos comportamientos y pautas de desigualdad”. En este sentido, señala que “los estereotipos afectan a la forma en la que las personas interpretan y recuerdan la información”.

Como periodistas, en la cobertura de casos de violencia de género o de discursos machistas, debemos ser conscientes de que la responsabilidad está incluso multiplicada. Los medios juegan un papel clave dentro de la opinión pública. Por tanto, los profesionales de la comunicación, en el ejercicio de su actividad, no son meros transmisores de información, ya que su cometido va más allá. Su labor es la de buscar la verdad cuestionando e interpretando realidades.

Periodismo con perspectiva de género

Asimismo, aunque los medios tienen la responsabilidad de cubrir los hechos partiendo del utópico principio de la objetividad, frente a los discursos machistas, los periodistas deben apostar por el lado de los derechos humanos. Ante ello, Bernal-Triviño señala “No es censura sino responsabilidad informativa, porque el periodismo tiene siempre una función social y debe estar con los derechos humanos. No hay equiparaciones”. Por tanto, frente a las conductas que vulneran los derechos de las personas, los medios deben promover informaciones, testimonios, así como cifras que contrasten y denuncien dichas acciones.

Es esencial que los medios aboguen por un periodismo con perspectiva de género, que denuncie el machismo y de voz y visibilidad a las mujeres. Se necesita un sistema mediático que promueva la igualdad. No se deben perpetuar los valores sociales arcaicos que condenan a la mujer a una situación de inferioridad frente al hombre. En conclusión, la labor del periodismo es estar con la ciudadanía, sin impulsar comportamientos, ni fomentar conductas que vayan en detrimento de una parte de la misma.

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