En un tiempo en el que al hablar de educación se habla fundamentalmente de salidas profesionales y oportunidades laborales, cabe pensar qué papel tienen en nuestra sociedad las artes, y, más concretamente, la música. Tal vez no tiene ninguna aplicación práctica, pero la música está siempre presente en todos los momentos importantes de nuestra vida, y también nos acompaña en muchas de nuestras actividades cotidianas. La música nos hace reír y llorar, da emoción a las películas y expresa lo que no se puede decir con palabras.

Y es que la música es mucho más que un conjunto de sonidos. Es alegría, tristeza y dolor. Es emoción que recorre tu cuerpo de arriba abajo. Y placer. Y sentimiento. Pero sobre todo es una sensación indescriptible que te cambia la vida y hace que no vuelvas a ver las cosas de la misma manera.

Estudiar música es también mucho más que aprender a leer partituras, a acompañar o a tocar un instrumento. La música es un camino, pero la música es también una inseparable compañera de viaje, que va creciendo contigo, madurando a medida que tú lo haces.

Es una compañera insaciable, que siempre te pide más dedicación, pero te da también la satisfacción de la mejora. Te dice que tal vez no sea hoy, ni mañana, ni dentro de una semana, pero, si te esfuerzas, todos esos pasajes en los que se te atascan los dedos un día te saldrán. Demuestra que, tal vez hayas estudiado mucho y aun así te hayas equivocado el día de la audición, pero siempre hay una oportunidad de mejorar. Te anima diciendo que un mal concierto lo puede tener cualquiera, pero que eso no puede hacer que te hundas. Pero también te enseña que nada es perfecto, que hay que esforzarse cada día por hacerlo lo mejor posible, pero que aun así, tendrás críticas. Te anima a avanzar, a crecer como persona, a superarte a ti mismo.

Tal vez estudiar música sea lo mejor que me ha pasado en la vida. Gracias a la música, no solo ha conocido a muchas de las personas más importantes de mi vida, sino que además, me ha ayudado a ser mejor. A enfrentarme a los problemas sabiendo que los obstáculos son a veces difíciles de salvar, pero imposible de verdad no hay nada. A sacar tiempo para las cosas que realmente me importan. Y también a no desanimarme ante las dificultades. Pero, sobre todo, a disfrutar, como dijo Muñoz Molina, de un arte que es el puro presente, que se esfuma en el momento en que terminas de tocar.

Ahora, al volver la vista atrás y ver esa senda que, como dijo Machado, nunca he de volver a pisar, pienso en todo lo que la música ha aportado a mi vida, en lo mucho que me ha dado. Y al mirar al frente, veo todo lo que me puede llegar a dar. Porque, como bien dijo alguien en mi graduación: Algún día podremos decir orgullosos “yo estudié música”, sabiendo que estamos preparados para los retos que la vida ponga a cada uno en  su camino.

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