El amor es indefinible, abstracto e inexacto. Lo que implica amar a una persona, es una travesía completamente distinta para cada uno de nosotros, jamás parecida, y quizá en cierto modo condicionada por la forma en la que la sociedad nos ha presentado dicho sentimiento.

Cada individuo relata su “historia de amor” de una forma diferente, con una descripción de unos sentimientos y emociones totalmente diferentes a los del resto de personas. Por ello, no vengo a plantear el origen de amor, sea cual sea este. Independientemente de si es un sentimiento soberbio fundamental en nuestras vidas o si es una reacción ante nuestra sensación de insuficiencia tal y como nos describe la RAE: el sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

Lo que sí vengo a plantear es que amar no es lo equivalente a sufrir, y esta es una de las únicas creencias que hay consolidadas en mí al respecto. Y sí, hay muchas formas de sentir, y cada persona es un mundo, o, mejor dicho, una historia. Sin embargo, considero que cuando una relación humana de cualquier tipo, transmite más penas que alegrías, no es algo épico, ni interesante, ni mucho menos bueno, sino tóxico.

Desde mi punto de vista, que el amor duele y es complicado, es quizá uno de los muchos conceptos erróneos que esta sociedad ha consolidado.Podemos culpar en cierto modo también a que, con el paso de los años, a pesar de la creencia de que la forma de pensar y actuar de la sociedad ha cambiado, la realidad es que hay ciertas ideas como esta, que se han ido alimentando y haciendo más fuertes.

Los medios de comunicación, al igual que las películas, series y libros han formado gran parte de este problema, ya que narran relaciones caóticas, basadas en la dependencia, las mentiras y el sufrimiento. Así es como, han romantizando esta supuesta “forma de amar”, presentándonosla como la más normal e inconscientemente como algo a lo que aspirar. Y muchos de nosotros, efectivamente, la adoramos y la ansiamos.

Esto no solo ha alejado a las personas de un concepto realista e indoloro de este sentimiento, sino que, también ha logrado que para muchas sea algo inalcanzable y de lo que no se sienten merecedoras, pero, ¿Cómo es posible que lleguemos a pensar que lo único a lo que podemos aspirar es a sufrir?

Creemos que alcanzar este amor sano, es algo tan exclusivo y extraordinario, que no todo el mundo puede ni debe de gozar de ello con facilidad. Pero, la realidad es que no se puede estar más equivocado al respecto. No hay mayor tristeza que alguien no se vea a sí mismo digno de una relación humana que no involucre la toxicidad y el dolor. Y esto, no es lo que debería considerase como normal. Lo normal debería ser poder expresar tu amor hacia alguien sin necesidad de sufrir, o hacer sufrir.

Normalizar semejantes reacciones negativas –como sería la dependencia, las prohibiciones, las mentiras, o cualquier forma de herir–, a un sentimiento positivo como es este (si podemos tratar de concebirlo o definirlo de alguna forma), para mí, es un claro indicador de que hay algo que no está funcionando como debería en esta sociedad. Al fin y al cabo, somos seres independientes y libres, que no necesitan a otra persona para poder sobrevivir como necesitamos el aire. Sin embargo, sí que es verdad, que sentimientos como el amor pueden, o por lo menos, deberían ser una forma de complementar nuestra vida de forma positiva, nada más.

Debido a lo efímero que es un sentimiento como este, no debería haber una definición concreta o consistente al respecto. Ahora bien, lo que sí que se tendría que aclarar y recalcar siempre, es que sentir amor por alguien no debería herirnos, jamás. Algo tan sencillo y benévolo como lo es esto, no debería ser jamás interpretado como algo perjudicial. Porque, si lo es, no es amor.

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