Todo lo que duele, merece ser respetado y valorado. Cada persona tiene unos recuerdos, una historia y una forma de sentir y vivir la vida completamente distinta. Y los adolescentes, como todos, son seres repletos de complicaciones, temores, incomprensiones y un brote de emociones que necesita ser atendido y entendido, jamás criticado y silenciado.

La realidad es que hemos normalizado el sufrimiento y el dolor en la adolescencia a tal nivel que hemos dejado de prestar atención por completo a lo que realmente sienten y los problemas que les rodean. Nada termina por ser lo suficientemente importante para sufrir, ni los motivos bastantes. Pero, ¿es así?  ¿existen realmente unos determinados hechos o factores que deberían hacer a alguien sufrir? La respuesta, es lógicamente no. ¿Cómo podemos creer hay una lista concreta con los motivos por los que una persona debería tener depresión, ansiedad o por los que simplemente debería encontrarse triste?

Esta forma de reprimir las emociones o sentimientos de una persona puede causar claros problemas en un futuro, pero, en esta ocasión, nos vamos a centrar en el extremo. En lo que tiene normalizar las posibles enfermedades mentales que terminan por desembocar en el suicidio. Tal y como asegura Isabel Irigoyen Recalde, psiquiatra y profesora asociada, detrás de los suicidios, hay una persona que tiene una enfermedad mental o un trastorno psíquico. Pero, ¿por qué sabemos tan poco del tema?

El suicidio, no es algo que solo incumbe a los adolescentes, sino a todos, pero el problema es que se ha convertido en uno de los tabús más grandes, tanto para los medios de comunicación, como para nosotros mismos. Lo cierto es que, según el INE, una de las primeras causas de muerte en nuestro país, es el suicidio, y no se le está prestando la suficiente atención ni haciendo nada para salvar vidas. Y la verdad es que hay más suicidios que accidentes de tráfico. Ahora bien, ¿cuántas noticias de accidentes de tráfico hay y cuantas de suicidios? Hay una gran diferencia.

En los últimos treinta años, el suicidio en menores de 25 años se ha triplicado. ¿Dónde se ha hablado de ello? ¿Dónde se ha hecho una llamada de atención al respecto? Pocos medios le han dedicado el tiempo a este tema. Al fin y al cabo, el factor económico, siempre resulta ser un tema más necesario e importante que hacerle un hueco al aumento de personas que se están quitando la vida porque se han terminado por ver en la situación de no encontrar más salida que aquella.

Que el numero de personas que ha llevado a cabo el suicidio haya aumentado implica que hay un gran porcentaje de la población que sufre de enfermedades mentales, -sin contar a aquellos que no han llevado a cabo dicha acción-. Más concretamente, uno de cada cuatro de nosotros puede llegar a sufrir una enfermedad mental y cualquiera de estas patologías puede llevar al suicidio. Y la pandemia mundial no ha sido un factor favorable al respecto, sino todo lo contrario. La ansiedad, la depresión, el estrés, el aislamiento y la falta de relaciones sociales son solo una de las pocas cosas que millones de personas han podido experimentar.

No poder despedirse de aquella persona que ha fallecido, los sanitarios que están extremadamente expuestos al virus, los mismos contagiados o personas que ya tenían alguna patología han sido las más afectadas durante esta pandemia. Es comprensible que la economía sea algo extremadamente preocupante, y jamás criticaría que fuera un tema hablado y discutido en los medios, pero si que la ausencia de temas de salud pública como lo es el suicidio, es un factor reprochable.

Los medios de comunicación, al fin y al cabo, son el centro de todo y tienen un papel fundamental en la sociedad, para concienciar, prevenir e informar. El suicidio tiene que ser algo que se hable, ya que, según un informe de la OMS, hablando de la forma correcta del suicidio, se puede hacer un efecto protector. Pero, ¿Por qué no hacerlo?

Vivimos en el pasado, en una mentalidad del siglo XVII, y es una locura. Todavía se sigue pensando en una especie de “efecto Werther”, es decir, se cree que, por dar visibilidad al suicidio, se terminaría por producir una oleada, cuando realmente sucedería todo lo contrario. Si se informara de la forma correcta, sin mostrarlo como una salida a los problemas personales, sucedería el efecto contrario. En pleno siglo XXI, hay ciertos temas de vital importancia que no se terminan por tocar o se hacen de forma incorrecta y si se hiciera, podríamos hacer algo tan extraordinario como salvar vidas.

Los servicios sanitarios de urgencias están disponibles las 24 horas de día para ayudar a las personas para fortalecer su salud mental. Para prevenir situaciones de riesgo o para solicitar, llama al 112. También existe la fundación ANAR a la que se puede llamar al 116111 que recibe once mil llamadas al año de aragoneses para tratar de prevenir el suicidio.

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