Pues sí, señores. La política demuestra, una vez más, ser tan imprevisible y apasionante como la vida misma. Quien diría que hoy Pedro Sánchez se convertiría en Presidente del Gobierno cuando hace tan solo una semana que los recién aprobados presupuestos “garantizaban la continuidad del Gobierno” hasta el final de la legislatura. ¿Y saben qué? Y yo que me alegro.

Desde hace meses se venía reclamando una respuesta clara por parte del PSOE a la crisis social en la que sigue inmersa España. No se debía exigir menos a la principal alternativa a un Gobierno del PP paralizado e incapaz de dirigir el país. Y es que el Pedro Sánchez no ha hecho sino cumplir con su deber. Estos días de debate parlamentario nos han dejado una certera frase del diputado Rufián -de las pocas que tiene-: “Apoyar la moción no es una opción, es una obligación”. ¿En serio debíamos mantener al frente de nuestro país a un Gobierno sin proyecto con una legislatura agotada? Si el nuevo Gobierno ha sido apodado “Frankenstein”, ¿cómo se supone que debíamos calificar al anterior?

Cuando Rajoy accedió a la Moncloa por segunda vez, olvidó que ya no gozaba de una holgada mayoría, y que había sido investido Presidente única y exclusivamente gracias a la abstención del PSOE. En lugar de emplear esta situación para establecer un Gobierno abierto al diálogo, que buscase el acuerdo con los principales partidos de la oposición, se enrocó en una dinámica autoritaria propia de un partido que goza de mayoría absoluta cuando ya estaba muy lejos de ella. Y los meses pasaron, y la corrupción continuó aflorando… y surgió Cataluña. ¿Se acuerda alguien de cuando Rajoy, allá por 2008 decía aquello de “España se rompe”? Pues querido Mariano, casi te la cargas tú y tu incapacidad para gestionar situaciones políticas adversas.

Creo que llegados a este punto, sobran los motivos. Ahora toca construir. Y es que, le pese a quien le pese, el PSOE con sus 84 modestos diputados ha sido capaz de lograr el apoyo de casi 100 más para poner en marcha un nuevo Gobierno. Desde luego, no va a ser tarea fácil, y las diferencias ideológicas con muchos de los apoyos que ha tenido es probable que resulten insalvables. Sin embargo, no debe tirarse la toalla sin intentarlo, a pesar de la magnitud de la empresa.

España tiene grandes retos pendientes que un ejecutivo liderado por Sánchez y un buen equipo de Ministros puede y debe afrontar. En primer lugar, hay que dar salida al conjunto de leyes que siguen en tramitación en el Parlamento o sin ser aplicadas por los vetos impuestos por el PP, y que habrían decaído con unas nuevas elecciones. La consecución de una RTVE independiente del Gobierno debería de ser de las primeras. Pero hay más: Es necesario actuar con urgencia en la política energética en un país donde las eléctricas abusan del poder que tienen contra los consumidores con una política energética lógica y sensata. Es necesario suprimir el impuesto a la generación con renovables y potenciar un crecimiento de la economía en los próximos años en el que los sectores relacionados con el desarrollo sostenible sean un pilar fundamental.

Además, hay que hacer política social. Es hora de promover desde el Gobierno la subida de salarios en España, es hora de establecer planes y ayudas para promover la emancipación joven, y es hora de intervenir en el mercado inmobiliario para frenar una nueva burbuja, tanto en compra como en alquiler, en las grandes ciudades. Igualmente, es necesario volver a trabajar en el fomento de medidas a la natalidad y la conciliación de la vida familiar y laboral ¿En serio nadie se acordaba de que el Gobierno está para esto?

Será complejo, pero es necesario un Gobierno para los ciudadanos, un Gobierno para los españoles, en definitiva, es necesario intentar un Gobierno que gobierne.

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