¿Qué pensarías si te contase que hay un colectivo cuya tasa de paro es del 85%? Suena preocupante, ¿verdad? ¿Y quién tendrá la culpa? La cosa no termina aquí. Piensa en ese mismo colectivo: también te comento que tiene una tasa de intentos de suicidio del 41%. ¿Comienzas a alarmarte? Yo lo haría.

Estadísticas para alarmarse

  • El 59% de las personas que lo conforman evitan utilizar aseos públicos.
  • Tienen 8 veces más (39%) sufrimiento psicológico severo que la población en general y 4 veces más de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria.
  • El 40% tiene depresión, el 44% ansiedad y el 46% se ha autolesionado en el último año.
  • El 77% ha sufrido algún tipo de acoso escolar y el 58% ha sido tratado mal por parte de las fuerzas de seguridad.

¿Continúo o ya hay suficiente? Quizá hay suficiente como para cansar a cualquiera que lo esté leyendo o suficiente como para sorprenderte. Negativamente, espero.

Ante estas estadísticas, lo lógico sería tener a la gente en las calles gritando que esto no es justo. Lo lógico sería que lo viéramos como una injusticia con la que terminar. Lo lógico sería tener a la sociedad volcada para cambiar esto. Y, lo lógico no siempre lo es tanto.

Culpa hacia las víctimas

Donde debería haber una sociedad volcada, hay un discurso que dice: es su culpa. Siempre culpamos a la víctima en lugar de mirar delante de nuestras narices. ¡Vaya sorpresa!

Tenemos a un colectivo con menor esperanza de vida, más probabilidades de sufrir (en todos los sentidos), de sufrir agresiones de todo tipo, de estar en paro, de quedarse sin hogar y una lista que podría continuar sin cesar. Cuando decidimos buscar una explicación, salen algunas mentes ingeniosas que deciden que la culpa es de ese colectivo. La culpa es nuestra.

Es más fácil echar balones fuera que admitir la responsabilidad. Que afrontar que sois quienes permitís que todo esto ocurra. Es más fácil decir que el problema es que ese colectivo tiene un «trastorno» y que esa es la causa de su sufrimiento.

Es más fácil decir que estamos exagerando que admitir que nos estáis matando.

Porque mientras todo esto pasa, permitís que nos cierren las puertas de colegios cuando solo venimos a enseñar que la diversidad no es mala. Mientras todo esto pasa, pactáis con partidos que dicen que somos antinaturales. Mientras todo esto pasa, nos pedís que entendamos que no todo el mundo está formado. Mientras todo esto pasa, nos pedís silencio ante las agresiones. Mientras todo esto pasa, os quejáis si salimos a la calle.

Los datos provienen de estudios de tres países distintos: EE.UU., Nueva Zelanda y Canadá. Todos son similares. No es una excepción o fruto de la casualidad.

Una realidad

Todos estos datos son del colectivo trans. Quizá lo imaginabas, quizá no. Números, son solo números. Pero son unos números que deberían dar vergüenza a cada persona que lo lea. Vergüenza porque estamos permitiendo que esto pase. Basta ya de echar culpas a las víctimas, porque la realidad es que cuando se dan unos datos así hay que mirar más allá. Vivimos en sociedad y en una sociedad en la que lo diferente se castiga. Si nos quejamos es porque tenemos una situación crítica. Ser trans en sí ni es ni fue un problema, ni una enfermedad. El problema lo tiene la sociedad que no acepta nuestra existencia.

Solo queremos una vida digna. Y la solución está en toda la sociedad: el primer paso es admitir que esto está pasando.

Fuentes: Transgender Survey (EE.UU.), NEDA  y CIHR.

Imagen: Pexels

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