¿Quién no ha escuchado alguna vez que la amistad entre hombres y mujeres es imposible? Desde el punto de vista cisgénero y heterosexual, este tema ha dado lugar a diversos puntos de vista y también a diversos de estudios.

Podemos dividir las opiniones sobre este tema en dos, la opinión de las personas que piensan que es algo muy difícil o imposible y después está el que dice que un hombre y una mujer pueden ser amigos sin problemas.

Aunque muchos afirmen que una relación de amistad puede llevar muchas veces a una relación romántica, lo cierto es que esta relación no empieza de la nada.

Lo normal es que primero se conozcan a fondo, compartan experiencias, creen un vínculo y establezcan una confianza mutua.

Es decir, algo muy parecido a la relación que tenemos con nuestros amigos pero sin la carga romántica que rodea a nuestra pareja. Por eso, no es tan raro que una amistad se convierta progresivamente en tu pareja.

Pero entonces, ¿esto ocurre siempre o son casos aislados? ¿Realmente la amistad entre hombres y mujeres es posible o es solo el tránsito a una relación más íntima?

Estudios realizados

Existen algunos estudios que se han empeñado en demostrar que la amistad entre hombres y mujeres es prácticamente imposible.

Por ejemplo, un estudio realizado en 2012 por April Bleske-Rechek,profesora de Psicología en la Universidad de Winconsin-Eau Claire, afirmaba que los hombres solían recibir más “señales” de que sus amigas querían algo más que una amistad con ellos.

Por el contrario, las mujeres solían pensar con más frecuencia en que no existían posibilidades románticas, lo cual determinaba que hombres y mujeres evaluaban sus relaciones con personas del mismo sexo de forma muy distinta.

Al igual que otros estudios de la misma índole, estos se enfocaban en esas señales que unos interpretan como amistad y otros como algo más.

Por eso mismo, quienes opinan que este tipo de amistad si es posible explican que depende de los prejuicios y del punto de vista de cada persona.

Prejuicios y tabúes

Para variar, la sociedad la que nos presiona a través de unos valores y prejuicios que aún permanecen en ella.

Por ejemplo, si una chica comienza a salir mucho por la calle con un chico, la mayoría de personas van a pensar que es su novio antes de plantearse la posibilidad de que sea solo un amigo.

La gente normalmente piensa que, si hay alguna posibilidad de que dos personas acaben enamoradas, acabará ocurriendo.

Este es el estigma social de que llega un momento en el que lo lógico es buscar una pareja, y si no la tienes la acabarán buscando ellos por ti sin importarles la realidad o tu opinión.

Otros estigmas similares son la edad aceptada socialmente para casarte, para tener hijos, irte de casa, encontrar un trabajo estable…

Además, este pensamiento está cargado de prejuicios como que “los hombres solo buscan sexo”, que “las mujeres mandan mensajes contradictorios” y muchos otros más.

Aunque este tema se cierne generalmente en personas heterosexuales y cisgénero (porque partimos de una premisa social donde eso es “lo usual”), también encontramos casos en el colectivo.

Si por ejemplo, dos chicos o dos chicas cisgénero y homosexuales son amigos, mucha gente va a pensar también que son pareja.

En el caso de personas bisexuales o trans los prejuicios se complican y se acercan más a la bifobia (“son tan viciosos que no pueden encontrar pareja estable”) o la transfobia (“Pero si le gusta el género contrario al que ha nacido, ¿por qué se cambia de sexo?”).

Al final, lo que define una relación entre dos personas es el modo en el que estas lo perciban, si nos librásemos de los estigmas sociales, tal vez todo sería más fácil de llevar.

Como dijo Alberto Moravia, “La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso hay que salvarla como sea”.

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