Por desgracia, hoy en día el bullying es un problema social en auge que afecta a distintos ámbitos sociales como pueden ser la escuela o el trabajo. Ante éste problema, diversas asociaciones se dedican a ayudar a las víctimas y a luchar para que desaparezca.

Aún con esto, muchas víctimas se sienten solas y abandonadas, no ven posibilidad de ayuda, y en ocasiones se les niega. Esto solo conduce a desgracias que vemos día a día en los telediarios de víctimas de acoso tan desesperadas que han recurrido a quitarse la vida para escapar de su dolor. 

¿Qué es el bullying?

El bullying o acoso es el  maltrato físico o psicológico deliberado y continuado que recibe una persona por parte de uno o varios agresores. Estos se comportan de forma cruel con el objetivo de someter a la víctima y asustarla con el fin de conseguir algo de esa persona o por el simple placer de sentirse superior.

Estas situaciones se producen mayoritariamente en el ámbito escolar, pero también ha surgido el ahora conocido “bullying adulto”, que ocurre en el terreno laboral, es otro tipo de acoso pero no deja de ser bullying.

La vida de las víctimas

Con esta situación, nos encontramos que la víctima actúa de forma pasiva, con miedo, inseguridad, ansiedad y falta de autoestima. También podemos encontrar que su círculo de amistades es reducido y que no hay relación entre el resto de sus compañeros y la víctima en cuestión.

Sin embargo, se pueden encontrar en ocasiones unas víctimas que actúen de forma más activa, aunque en lo único en lo que se diferencian de las que actúan de forma pasiva es en que desarrollan una conducta violenta e impulsiva.

Para ver más de cerca cómo es la situación, he aquí dos testimonios de víctimas de bullying. Ambas son adolescentes, de 17 años que actualmente están cursando segundo de Bachillerato, y por seguridad sus palabras quedarán como anónimas.

¿Cuándo ocurrió tu experiencia?

A. Creo que es algo que más o menos siempre me ha ocurrido. Durante los dos últimos años de primaria algún compañero me «discriminaba» con las típicas cosas de «no me voy contigo porque eres rara» o amigos decían que no querían estar contigo porque te juntas con gente rara. Lo cierto es que como tal empezó en primero de la E.S.O. Cuando te separan de los que llevan siendo amigos tuyos más de seis años, cada uno sigue su camino, hace amigos nuevos y comienza a formarse como persona propiamente dicha. Lo malo de eso es que cuando de por si ya no eras demasiado «popular» entre tus compañeros, el instituto lo empeora. Yo no encajé  desde el minuto cero. Los amigos que tenia en el colegio ya no estaban en mi clase, y a pesar de ello tampoco trataron de mantener una amistad conmigo. Eso te aísla, te conviertes en la persona rara con la que nadie quiere hablar o formar parte de un grupo para una actividad, etc. Y por mucho que el instituto sea para estudiar, ese continuo ambiente en el que sientes que todos te miran y que están en contra de ti digas o hagas lo que sea, acaba por afectar demasiado. Una vez empiezas esta situación sinceramente creo que no se acaba, si se hace menor con el tiempo, pero en mi caso, por ejemplo, a punto de acabar el instituto sigo teniendo la pésima reputación y condición de persona rara que no acaba por encajar.

B. Comenzó en primaria, cuando por un problema entre mis padres y algunos de los padres de mis supuestas amigas, estas me dieron de lado. Pero verdaderamente cuando empezó a ir a peor fue en primero de la ESO, cuando comencé a recibir acoso y estaba prácticamente sola.

¿En qué situaciones te ponían tus agresores?

A. Situaciones verbales o psicológicas fueron las que más me marcaron. Desde primero de la E.S.O mis compañeros me pusieron un mote que se extendió como la pólvora, derivado de la típica broma de colegio en la que tus amigos y tu formabais una familia y cada uno era un miembro, surgió que la que era una de mis mejores amigas era mi novia. Mis compañeros comenzaron a difundir entre los demás que era lesbiana y pasé a ser la bollera. Realmente este hecho me puso en una controvertida tesitura conmigo misma, más allá de los amores tontos de colegio, tenía pleno desconocimiento acerca de mi sexualidad. Tan metido en el cerebro nos tienen de pequeños lo de que a las niñas les gustan los niños, que por más que yo supiera que eso realmente no era necesariamente así, me hizo sentirme mal conmigo misma, como si fuera a decepcionar a mi madre, como si de algo malo se tratara; hasta llegué a sentirme incomoda estando en compañía de otras compañeras por si insinuaban más rumores. De hecho, a raíz del rumor, la amiga por el cual surgió el mismo, finalizó nuestra amistad porque, según ella afirmó, «parecía que me estaba tomando demasiado en serio lo de la relación falsa».  Como cabía esperar, con mi primer novio el rumor quedó disipado, aunque continuaron insultándome en las clases o por la calle, les daba igual, y si decidía responder solo empeoraba la situación.  En cuanto a situaciones físicas realmente son menores, pero nunca olvidaré una ocasión en la que, estando en 1° de la E.S.O., tuve que llevar muletas por una larga temporada. Bajando unas escaleras un día, un alumno de segundo me puso la zancadilla e irremediablemente caí sobre la pierna mala y se me agravó la lesión.

B. Me insultaban, me gritaban, nunca me llegaron a pegar, pero sí me persiguieron por la calle insultándome, sin importarles que alguien pudiera verles porque sabría que nadie le tomaría importancia. La verdad, es horrible tener que aguantar insultos y burlas cuando vas andando tan tranquila. Como si acosarme en el instituto no fuera suficiente.

Los agresores de ambas eran personas de su edad, compañeros de clase o de curso.En cuanto a lugares, ambas estuvieron de acuerdo que el principal sitio donde recibieron acoso fue en el instituto, pero que se acabó extendiendo hacia la calle, alegando que a sus acosadores no les importaba que la gente pudiera verles metiéndose con ellas.

¿Conoces a día de hoy cuál era el motivo o excusa que usaban los agresores para arremeter contra ti? 

A. Siempre he supuesto que era por el hecho de ser diferente a los demás. Por lo general, en el instituto los grupos de amigos tienden a ser muy homogéneos lo que supone que al encontrarse con personas que no se corresponden con sus formas de pensar, hablar, vestir o compartir gusto, han de ser motivo de discriminación.

B. En un principio si, cuando era pequeña, el que nuestros padres hubieran discutido era motivo para darme de lado, de hecho se que alguna que otra madre ayudaba a que sus hijas me hicieran sentir mal, no se si fue un tipo de venganza estúpida, pero después, en el instituto, nunca llegué a saber por qué se metían conmigo.

¿Pediste ayuda o los enfrentaste alguna vez? Si es así, ¿qué pasó después?

A. La verdad, no. Durante los peores años no advertí a nadie de lo sucedido. No sería hasta a partir del año siguiente que comenzaría a contar mis experiencias y de por sí tampoco pedí ayuda, me limité a comentarlo con mis allegados, que realmente me ayudaron mucho y fueron un gran apoyo, y comencé a contar cosas en casa, aunque eso sería muchísimo tiempo después. Nunca pedí ayuda como tal porque sabía que los intentos por cambiar la situación eran en su mayoría en vano, y cuando más adelante en alguna ocasión denuncié los sucesos, como yo ya bien sabía, nadie hizo nada, limitándose a justificar los actos de los demás como meras «cosas de niños».

B. Pedí ayuda a algunos profesores pero no hicieron nada. En cuanto a mis agresores, los enfrenté, les empujaba e incluso les dije lo típico de quedar a la salida para pegarnos, pero nunca se defendieron ni intentaron pegarme, sólo se reían.

¿Sabrías decirme que secuelas te ha dejado recibir bullying?

A. A decir verdad, puedo encontrar cosas positivas y negativas. Negativamente hablando, siempre te quedará presente cierto rencor y desconfianza hacia las personas que te hicieron daño. Te vuelves más susceptible a las críticas, más inseguro, y es un aspecto que posiblemente no me quite. No obstante, las secuelas positivas me merecen más la pena que cualquier negativa. Aprendes a ser más fuerte, a que las opiniones no te afecten en tanta medida, y, sobre todo, te descubres a ti mismo, que es la mayor aportación y por lo que realmente creo que ha valido todo este duro proceso. Concretando en mi experiencia, el hecho de que corriera sobre mi el rumor sobre mi sexualidad despertó en mi el hecho de que ¿y si realmente siento atracción hacia las mujeres? Un año reflexioné acerca de ello, vueltas y vueltas le di, y muy orgullosamente afirmo mi sexualidad sin que nadie pueda intervenir de ningún modo en ella.

B. A día de hoy suelo pensar que si la gente está conmigo es para reírse de mi, hay veces que creo que soy un mono de feria que hace gracia a la gente y que esa es su única motivación para estar cerca de mi. Esto no me ha vuelto asocial, ni mucho menos, todo lo contrario. Pero sí significa que he perdido muchísima confianza en mi misma y que, además, me cuesta mucho confiar en los demás.

¿Cómo saliste de esa situación?

A. Como todo, con el tiempo y sobre todo con apoyo. Progresivamente tu situación mejora, te vuelves más feliz, tus malos momentos se vuelven puntuales y se convierte en anécdotas que, como esta, cuentas años más tarde, como el fantasma del pasado que es.

B. Cambié de instituto, no por mi situación, sino por la modalidad que quería en Bachillerato. Aún hay veces que me gritan cosas por la calle pero no suelen, y si lo hacen los enfrento de la mejor manera posible.

Al preguntarles si recibieron ayuda de alguien, ambas respondieron que su mayor apoyo fueron sus amigos.

¿Qué piensas de las medidas que existen contra el bullying?¿Crees que funcionan y que los organismos hacen todo lo posible?

A. Bajo mi experiencia, las administraciones educativas no prestan la suficiente atención a estos casos, no penalizan correctamente a los agresores, ni estudian a fondo los motivos de reincidencia que se producen en un centro. Muchos de los casos podrían haberse evitado con las correctas medidas. De hecho los centros se excusan alegando que la víctima no denuncia, y que si no es así el centro no puede responsabilizarse. Si las víctimas no denuncian es porque el centro no propicia la seguridad necesaria para no tener una represalia del agresor. El remedio de esta situación se encuentra en la concienciación por parte de la administración educativa  acerca de este problema.

B. Esos organismos son inexistentes en determinados centros educativos, y en general son medidas pésimas, no funcionan porque no se implican los institutos, se limitan hablar con los familiares o con el acosador pero así no se acaba. Deberían hacer ver a los niños desde infantil que hay que respetar a todos por como son, pero eso es demasiado trabajo para unas instituciones que se han dejado de preocupar por los más jóvenes, porque según ellos, todo es cosa de niños.

Cuando una persona está en está situación es lógico que se busquen salidas, y sí, se pueden encontrar muchas soluciones al bullying. La primera que nos recomiendan es hablar y no dejar que nos agredan por miedo a obtener repercusiones negativas. Existen campañas de prevención de bullying, leyes judiciales y otras muchas medidas, pero algo falla. Ya no son solo noticias diarias de suicidios, ya nos hemos dado de bruces con casos donde la víctima se toma la justicia por su mano y genera más violencia.

Éstos son solo dos testimonios de muchos y lo cierto es que, hablando con más gente, muchos de ellos han llegado a decir que todos sufrimos bullying en un determinado momento de nuestra vida. Lo cierto es que se pueden encontrar muchísimos testimonios de personas que han sufrido acoso en mayor o menor medida, casos que, a pesar de ser acoso, no se han vuelto mediaticos pero no por ello dejan de ser graves.

Esto puede que nos cause la sensación de que el problema empeora en lugar de mejorar, probablemente porque las medidas poco efectivas, la falta de educación sobre el tema y los testigos silenciosos que siguen estando ahí, hacen que la situación no mejore.

Y tú, ¿sigues pensando que son solo cosas de niños?

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