Actualmente no es extraño teclear en el buscador de Google esa incógnita que ha estado en el fondo de nuestra cabeza durante horas. Nos hemos acostumbrado a la comodidad que nos proporciona en el día a día y se ha convertido en parte esencial de nuestra rutina.

No es complicado acceder a cualquier tipo de información simplemente conectándose en la red y escribiendo unas pocas palabras. Internet se ha convertido, cuando menos, en una herramienta que hace nuestra vida mucho más sencilla, tanto en el ámbito profesional como en el ocio.

Sin embargo, el acceso a una variedad tan amplia de información puede ser, además de un privilegio, peligroso algunas veces. Este es el caso del auto-diagnóstico.

Es una situación con la que muchas personas pueden identificarse, debido a que no es extraño buscar los síntomas que se creen tener. Resistir la tentación es complicado, ya que esta es demasiado grande. Después de una búsqueda exhaustiva de posibles enfermedades o trastornos, se acaba decantando por la que se parece más a su caso.

El auto-diagnóstico trae consigo bastantes peligros de los que no se suelen hablar. Cuando una persona se diagnostica a sí misma, lo que realmente está haciendo es asumir que conoce todas las variantes que pueden constituir un diagnóstico. Por ejemplo, si alguien sufre cambios muy bruscos de ánimo, puede ser síntoma de numerosas cosas: estrés, depresión, ansiedad… Sin embargo, estadísticamente el pensamiento más común es que estos cambios de humor equivalen a un trastorno bipolar.

Estas asunción puede perjudicar al paciente de múltiples maneras. En primer lugar, la sugestión juega un papel muy importante en este tipo de casos. Muchas personas se centran mucho en su supuesto diagnóstico y acaban obsesionándose con ello. Su mente está totalmente centrada en el resultado de su búsqueda, sin abrir la puerta a más opciones. En algunas situaciones muy particulares, la sugestión puede ser tan grande que algunas personas empeoran de sus síntomas porque se centran demasiado en estos.

Por esto mismo, además, es por lo que algunos psicólogos e incluso psiquiatras prefieren no usar «etiquetas» que puedan limitar a la persona tratada. Un gran porcentaje de profesionales prefieren mantener el diagnóstico en secreto para evitar que el individuo se defina por su enfermedad y se obsesione con ella, además es un método para que no busquen información por otros medios y así nada interfiera con el tratamiento.

Otra manera en la que el auto-diagnóstico puede ser dañino es la tendencia de definir los estados de ánimos con trastornos muy serios, lo que puede conllevar a que se le reste la importancia que realmente tiene. Un ejemplo: una persona está triste y dice que está deprimida. Casos como este se pueden observar todos los días, tanto en redes sociales como en la vida cotidiana.

Alguien puede tener un mal día y sentirse triste, pero eso no quiere decir que tenga depresión. Este tipo de expresiones hace que se banalice problemas de salud mental, pues se normaliza el uso de la palabra «depresión» para describir tristeza.

Entonces ¿se debería buscar información acerca de síntomas de enfermedades mentales en Internet?

La respuesta depende de cada persona. Desde un punto de vista objetivo, la búsqueda puede ser útil para fines orientativos. Hay que tener en cuenta los múltiples factores que se han comentado en este artículo e intentar que la definición que se ha buscado no defina a la persona.

Sin embargo, en caso de duda, lo mejor que se puede hacer es ponerse en contacto con un profesional.

Imagen: Pixabay.

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