“Vete al médico”, la frase que retumba en la sala, también llamada parlamento, de quienes parecen representar a la sociedad española.  Desprestigian estos a personal sanitario de la rama psíquica y humillan a todos aquellos, que, de forma, yo considero sabía, deciden velar por su salud mental. Una pandemia parece no haber sido suficiente para darnos cuenta de que la salud no solo es lo física, la mente también se cuida. Toda sociedad cuerda debería apostar por invertir en ella.

El Gobierno español es partícipe de la agenda 2030. Está entre sus objetivos velar por la salud, no dejar a nadie atrás es el lema, olvidándose, paradójicamente, de ese sector que decide quedarse en el camino de forma voluntaria. 10 personas se suicidan al día en España, más de los que fallecen por accidentes de tráfico. Son estos primeros los eternos olvidados, los censurados, los extraños. La sociedad decide normalizar un brazo escayolado, pero no una cita con el psicólogo.

Prevenir y visibilizar el suicidio, normalizando el cuidado de la salud mental, debería ser un objetivo prioritario, tal y como se expuso en el acto de presentación del cortometraje mejor sin mi, en la UCM frente a los alumnos de la facultad de psicología. Acto organizado por Humans Rights Resistance Madrid.

Este contó con la ponencia telemática de Victoria Soto Sanz, psicóloga especialista en el estudio de factores de riesgo y comportamientos suicida. La presencia de Andoni Anseán presidente de la Fundación Española para la prevención del suicidio. Y un coloquio entre asistentes, un representante de Mas Madrid, la presidenta del Consejo de juventud de Madrid y la vicepresidenta a nivel nacional para presentar, entre todos, propuestas efectivas que ayuden a prevenir un problema socio sanitario primordial. Los representantes del resto de partido se tuvieron que ausentar por cuestiones de agenda.

Entre las propuestas planteadas, un aumento en las plazas publicas de psicólogos, actualmente las cifras en Madrid rondan los 4 psicólogos por cada 100.000 habitantes. Dejar de devaluar a la juventud y tratar el tema ya en la escolarización trabajando la inteligencia emocional. Enseñar de forma más real el problema evitando la romanización propia de series como “Por 13 razones” que idealizan el acto. E incluir campañas estatales como ya se hace por ejemplo con la prevención de accidentes de trafico.

El 80% de la población es feliz dice Andoni, pero el objetivo es centrarse en ese 20% que no lo es: “no sabemos porque la gente se suicida o se deprime, igual que no sabemos porque tienen cáncer, lo que si que podemos saber es la forma de prevenirlo, minimizar los factores de riesgo para favorecer los de protección”.

Unos factores que podrían afectarnos a cualquiera, en cualquiera etapa, como parte del ciclo vital. Desde la niñez en los casos más extremos, hasta la juventud debido la violencia interpersonal, depresión, ansiedad, orientación sexual o problemas incapacitantes. En la etapa adulta o incluso en vejez como consecuencia de enfermedades crónicas o terminales, soledad, inactividad, ausencia de proyectos vitales o relaciones sociales.

Por tanto, hablamos de un problema generalizado, que podría llegar incluso afectarte a ti que lees esto o a tu entorno. El objetivo es ahora concienciar del problema para poder hablar abiertamente de ello, poner soluciones previas, dejar de lado los tabús para poner freno y solución a un problema, en pleno siglo XXI, aún muy estigmatizado. La salud pública necesita poder ofrecer un servicio que erradique el problema de raíz.

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