“Me gustaría saber porqué las mujeres han sido menos visibles en la fotografía pero también en el resto de disciplinas artísticas. Es evidente que la sociedad ha estado dirigida por una visión masculina y esa trayectoria es difícil de cambiar, aunque estamos empujando para cambiarlo” asegura Charo Guijarro, fotógrafa. 

Su trabajo está centrado en la defensa del desnudo femenino. Como herramienta de empoderamiento y como medio a través del cual pretende elevar a la mujer en la fotografía y el arte en general, a la condición de sujeto. Al contrario de ser representada a través de los ojos del hombre, siendo relegada a ser un objeto al que observar y contemplar. 

Charo es fotógrafa en pleno siglo XXI, y ofrece una visión feminista y empoderada del sujeto femenino. Cuenta con varios proyectos culminados con trabajos expositivos, e incluso la publicación de algún libro fotográfico. Destacan sus proyectos DesnudARTE, Génesis, Trece y Mujer, la erótica de lo natural. Todos ellos pueden ser visualizados en su página web: https://charoguijarro.com/

Y, aunque Charo afirma tener la suerte de sentirse muy respetada en lo que hace, en ocasiones ha encontrado comentarios o comportamientos que ha preferido obviar y seguir adelante.

Charo Guijarro, fotógrafa

 

Sin embargo, en la historia de la fotografía, muchas mujeres han vivido todo lo contrario. Se han visto inmersas en un mundo y sociedad controlados por hombres. El trabajo de muchas de ellas se ha olvidado durante años. A pesar de que fueron pioneras en su ámbito y cambiaron el tránsito de la historia de la fotografía. A continuación, estas mujeres dejarán de ser un poco menos desconocidas para el lector.

 

Nos remontamos al año 1842, cuando John Herschel, matemático y astrónomo inglés, inventó el cianotipo, revolucionando la historia de la fotografía. Sin embargo, fue una mujer, Anna Atkins, la primera en darse cuenta del potencial de este invento, para documentar especímenes de plantas. Anna, además de en la fotografía, se abrió paso a temprana edad en el mundo científico. Tan solo tres años antes, había sido elegida miembro de la Sociedad Botánica de Londres, una de las pocas instituciones científicas que admitían mujeres en aquellos tiempos. Es por ello, que al ser consciente de las innovaciones que se estaban produciendo en el ámbito fotográfico, tuvo la iniciativa de convertir sus sujetos de estudio, algas y plantas, en arte. Atkins había experimentado con varios métodos antes de probar con el cianotipo. Sin embargo, como esta técnica permitía múltiples impresiones, facilitaba mucho más poder compartir su obra. Su obra Fotografías de algas británicas: Impresiones en cianotipo fue publicada en varios volúmenes entre 1843 y 1853. Es considerado el primer libro ilustrado con fotografías de la historia. Anna jugó en sus fotografías con las formas y tamaños de sus algas, convirtiéndolas en algo más que simples trabajos con un propósito científico. 

Más adelante, Anna continuó publicando otros volúmenes de la serie British Algae , además de otros libros como Cianotipias de las Plantas con Flores y Helechos Británicos y Extranjeros (1854). 

Anna Atkins (1861)
Cianotipo de alga de Anna Atkins. Dictyota dichotonoma
Cianotipo de alga de Anna Atkins. Sargassum bacciferum

A pesar de su sorprendente trayectoria en los ámbitos científico y artístico, poco después de morir, en el año 1871, su nombre cayó en el olvido. No fue hasta varias décadas después, en los años ochenta, que su trabajo fue revivido para la sociedad. Larry J. Schaaf, fotógrafo e historiador publicó la obra Sun Gardens, un monográfico sobre la vida y trabajo de Anna Atkis, partiendo de los escasos datos que hasta ese momento existían sobre ella. 

Irónico, tal vez, que el trabajo de toda una vida de tan admirable y pionera mujer, finalmente se viera recuperado del olvido por un hombre.

 

Otra gran olvidada de la fotografía es Amalia López Cabrera, la primera fotógrafa española. Sí, era de Almería, y toda una pionera en nuestro país. Aprendió la técnica del daguerrotipo de mano del conde de Lipa, después de que esta innovación fotográfica prendiera la mecha de la fotografía en Francia. Casada con el editor y tipógrafo Francisco López Vizcaíno, quien sin duda facilitó la iniciativa de su mujer al ceder su propio estudio para los intereses de ésta.

Amalia López Cabrera

 

Amalia abrió el primer estudio fotográfico en España gestionado por una mujer, en el barrio de La Merced de Jaén, en el año 1860. El número 2 de la calle Obispo Arquellada vio pasar por las puertas de su estudio a todo tipo de personajes a lo largo de los años. Amalia realizaba fotografías a niños vestidos de adultos, retratos de familias, e incluso de difuntos (post mortem). Fotografió también objetos artísticos e incluso panorámicas de la catedral de Jaén.

Su profesionalidad se afianzó al participar en 1868 en la sección fotográfica de la Exposición Aragonesa de Zaragoza. Allí, Amalia se vio a la altura del resto de afamados fotógrafos (sí, prácticamente todos hombres) del panorama nacional de aquella época. 

Sin embargo, tras años de ejercer como fotógrafa, tuvo que abandonar sus sueños y estudio para seguir a su marido a la capital, Madrid. Este emprendió un proyecto, que más tarde supondría un fracaso. ¿Les habría compensado más quedarse en Jaén y seguir adelante con el estudio de la calle Obispo Arquellada? Nunca lo sabremos.

Allí justamente, en la capital, es donde se perdió el rastro de Amalia. No se sabe si continuó ejerciendo como fotógrafa, o simplemente se vio obligada a renunciar a su arte para priorizar su matrimonio. 

Niño jienense (sin fecha), Amalia López
Retrato del Conde de Lipa y su familia, 1863, Amalia López

 

La siguiente fotógrafa vivió su carrera artística (y vida) eclipsada por su marido. Dora Maar. Muchos la reconocerán como la mujer de Pablo Picasso, aclamado pintor y escultor español. Pero más allá de la vida de maltratos en la que Dora se vio atrapada en su matrimonio, fue también una gran artista. A temprana edad, fue introducida al círculo surrealista, y mantuvo relaciones de amistad con fotógrafos tan importantes como Henri Cartier-Bresson (el padre del fotoperiodismo), Brassaï, e incluso Man Ray, todo un innovador de la fotografía, con su “solarización”. 

Dora Maar por Man Ray
Dora Maar, fotografiada por Man Ray en 1936

Dora Maar creó perturbadoras combinaciones de objetos del día a día, figuras colocadas de manera extraña y animales raros. También fotografió la decadencia de la sociedad en la que vivía, captando la realidad que vivía la gente sin hogar.

En su obra El simulador (Le simulateur), Dora hizo un collage entre la fotografía de un niño y la imagen invertida de un pasillo, y acto seguido fotografió el resultado. Es destacable la confusa orientación y la contorsión del muchacho, que crean un efecto de pesadilla característica del surrealismo.

Le simulateur - Centre Pompidou
Le Simulateur, Dora Maar, 1936

 

Además de fotógrafa, Maar fue una artista de todos los ámbitos. A lo largo de su vida también se interesó por la pintura e incluso la escultura. 

Sin embargo, tras casarse con Picasso, la sombra de su marido la eclipsó. Fotografió el proceso de creación de El Guernica. Más tarde, sería el pintor quien la instó a dejar la fotografía, que ella tanto amaba, y centrarse en la pintura.  

La relación con Picasso la cambió totalmente, y pasó los últimos años de su vida, tras su separación, en un estado turbulento que la alejó de seguir haciendo arte. A día de hoy se la sigue considerando una de las grandes fotógrafas de la historia 

 

Para concluir, y después de analizar la trayectoria de estas artistas, a la pregunta ”¿Qué sería la fotografía sin fotógrafas?”, creo que todos pueden afirmar que la fotografía no sería nada sin ellas.

“Las mujeres debemos aportar (…) creo que es importante generar ejemplos donde  mirarnos que sean distintos a los que hemos tenido habitualmente, mayoritariamente masculinos. Somos responsables de crear nuestra imagen”, concluye Charo.

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