Voy a confesar algo de lo cual no me siento realmente orgulloso, pero creo que es el momento de poner todas las cartas sobre la mesa. Nunca he ido a terapia.

Así, sin medias verdades. Y es que con la actual exposición que se está haciendo de la salud mental LGTBQ en medios de comunicación de masas, parece que no hacer terapia o no estar muy cerca de plantearte ir a hacerla, es de no evolucionar como persona.

Pero vamos a ver que es lo que nos ofrece la realidad, fuera de esas bonitas campañas de televisión o de la sensibilización actual de algunas redes sociales.

Cuando decides ir a terapia en la vida real, es porque ya normalmente estás hasta arriba de ansiedad, no duermes y el médico de cabecera lo único que hace es mandarte Lorazepam y derivarte a salud mental, la primera estación del vía crucis.

No voy a demonizar en esta disertación la asistencia que ofrecen en la seguridad social con respecto a la salud mental, ya que probablemente esos profesionales funcionarían mucho mejor con más recursos. Pero tu estás en un momento que necesitas más recursos que los que ellos te ofrecen.

La segunda estación del vía crucis comienza cuando decides buscar un terapeuta, algo que realmente entraña dos grandes obstáculos que tendrás que superar. Empecemos por el vil metal.

Una consulta promedio, las hay caras y también más baratas, pero son aproximadamente unos 60€. Normalmente, y debido a lo tarde que acudimos a terapia, necesitamos ayuda más lejos de una sesión al mes, igual dos al mes e incluso una a la semana, todo depende de nuestro estado principalmente.

Si haces unos cálculos rápidos, verás que no es moco de pavo. Y ahora te dicen eso de “pero es invertir en salud” lo que al parecer justifica que todo vale. Vamos a ver, aquí tu y yo sabemos que tu quieres invertirlos, el problema es que no los tienes.

Otra de las estaciones de este nuestros vía crucis particular, es encontrar un terapeuta que funcione contigo. Igual te sorprende esto o no, pero no cualquier profesional de la psicología funciona con todo el mundo, o al menos para este que escribe esto es una máxima. En el caso de la salud mental LGTBQ no es una excepción.

Voy a poner un ejemplo que clarifique mi sentencia. Ponte en el lugar de una persona que pertenece a cualquiera de los colectivos que en esta realidad, sufren o han sufrido algún tipo de opresión/represión a lo largo de los siglos.

Esa misma sociedad que los oprime, es la misma sociedad que imparte clases en las universidades y debe formar a esos profesionales de la salud mental. Es la misma sociedad que preside los colegios de psicólogos, que esta sentada en los sillones de los que escriben los grandes libros sobre psicología, una sociedad que nunca se ha puesto en tus zapatos.

Por todo esto, es para mi mucho más sensato pensar que es mejor acudir a un profesional que es capaz de empatizar con la persona a la que tiene que ayudar a sanar.

Trabajar con un terapeuta que aparte de su formación en psicología, comparte contigo su forma de vivir y ser, ayuda en muchos aspectos a la terapia, empezando por la capacidad total de ponerse en tu lugar.

Y es que, al igual que yo como hombre blanco promedio no voy a poder nunca ponerme en algunos lugares que no corresponden a mis circunstancias, alguien que no pertenece al colectivo hay momentos en los que no se podrá situar jamás.

Te hago una lista de lo que el terapeuta adecuado te evitará:

  • No habrá que explicar los problemas específicos de la comunidad
  • Tendrás un contexto especializado y confidencial
  • No se problematizará tu orientación sexual

Al final del día, estas son mis conclusiones, pero creo que no están muy lejos de las de muchos. Igual tu piensas de forma totalmente distinta y estás a tope con tu salud mental, o quizás ni te los has planteado, pero lo necesitas.

La cosa es que los tiempos debes marcarlos tú, ir a terapia también es un ejercicio de sinceridad con uno mismo, y no siempre estamos preparados para dar ese paso, o no cuando la gente cree que debemos estarlo.

Pero llegados aquí te voy a decir una cosa, una vez que superes todos estos obstáculos, te parecerán ridículos en comparación con la tranquilidad que te da poder entender y controlar todo lo que te está pasando.

Tienes derecho a estar bien si es lo que quieres.

Algunos enlaces sobre salud mental LGTBQ que te pueden ayudar:

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