El movimiento Me Too rompe con los años de silencio de Hollywood

Cada vez son más las mujeres que se unen al movimiento Me Too denunciando los abusos sexuales y discriminaciones de género por parte de profesionales de la industria cinematográfica. Pero, ¿sirve de algo denunciar la situación si seguimos dando la misma validez a los abusadores?

El movimiento Me Too nació en octubre de 2017 como respuesta a un sistema de trabajo que escondía tras sus películas violaciones, abusos, chantajes y discriminaciones de género de todos los tipos. Comenzó a raíz de las denuncias contra el director cinematográfico Harvey Weinstein, por parte de actrices como Cara Delevigne. Estas primeras denuncias hicieron eco y el número de mujeres que han denunciado haber sido víctimas del director ya supera las 70. Pero el caso de este cineasta no es el único.

A este caso le siguieron muchos más. Innumerables denuncias inundarón Hollywood recriminando el acoso y la discriminación sexista que sufrían, y siguen sufriendo, actrices del calibre de Charlize Theron o Jennifer Lawrence. Estas mujeres, cuentan en su lucha con el apoyo de grandes personalidades del cine como Penélope Cruz y Meryl Streep; además, el movimiento tiene el reconocimiento por parte de numerosos directores que declaran haber sido conocedores de la situación y no haber hecho nada por evitarla, como Quentin Tarantino.

Al principio del movimiento, una esperanza colectiva inundó la sociedad. Todos esperábamos que las denuncias en un sector tan popular como Hollywood marcasen un antes y un después en esta situación y terminarían con el acoso que ha protagonizado la industria para las mujeres durante todos estos años. Pero, lejos de solucionar el problema de manera unidireccional, la protesta ha creado en torno a ella una enorme polémica de cuestionamiento y defensa a los abusadores, y en especial, a mantener el valor de sus obras.

¿Debemos separar al artista de su obra o, por el contrario, debemos mantener la legitimidad de su arte tras demostrarse que está sustentado sobre abusos? ¿Podemos seguir considerándolas «obras maestras» ahora que sabemos cómo fueron realizadas?

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