A Monique Wittig le debemos muchas cosas: sus obras literarias, sus aportaciones a la teoría feminista, su interpretación del lenguaje, sus contribuciones a la lingüística o su impulso para la creación del lesbofeminismo. Por todo ello, podemos decir que su influencia atraviesa diferentes campos, siendo la teoría feminista y la literatura dos de los pilares fundamentales de su trayectoria.

La escritora francesa fue uno de los nombres más importantes del Movimiento Francés de Liberación de las Mujeres, una agrupación formada por diferentes asociaciones feministas que se creó a raíz de la invisibilización de las mujeres en el movimiento de Mayo del 68. Pero, sin duda, su nombre comenzó a resonar con fuerza después de que pronunciara por primera vez su más que popular frase “las lesbianas no son mujeres”. Con esta declaración revolucionó por completo el feminismo tanto teórica como políticamente, pues puso encima de la mesa un punto fundamental que el movimiento feminista nunca había cuestionado: la heterosexualidad.

“Las lesbianas no son mujeres”

Monique Wittig era feminista, teórica, escritora y lesbiana. Esto último es importante, pues es una de las bases que sustentan su teoría. Tal y como expresa en El Pensamiento Heterosexual, una de sus obras principales, la heterosexualidad va más allá de las preferencias sexuales. Es para ella “un régimen político que se basa en la sumisión y la apropiación de las mujeres”. De este modo, “Hombre” y “Mujer” son dos categorías que se necesitan mutuamente, dos categorías sobre las que se sustenta el sistema heterosexual. Así como no pueden existir esclavos sin amos, no existen mujeres sin hombres. Dicho de otra forma, las categorías “Mujer” y “Hombre” son necesarias para la existencia del sistema heterosexual. Según Wittig, estas categorías deben destruirse, pues son el eje de cualquier opresión hacia la mujer.

Si analizamos estas ideas, nos damos cuenta de que la frase “las lesbianas no son mujeres” pasa de ser una afirmación a priori un tanto cruda a adquirir bastante sentido. Tal y como lo explica la propia autora, “sería impropio decir que las lesbianas viven, se asocian, hacen el amor con mujeres porque «la-mujer» no tiene sentido más que en los sistemas heterosexuales de pensamiento y en los sistemas económicos heterosexuales”.

Además, el sexo es para la escritora francesa un constructo social que emana de la explotación reproductiva. Es la opresión la que crea el sexo, y no al revés. Lo contrario supondría que es el sexo lo que crea la opresión. Es decir, que la causa de la opresión debe encontrarse en el sexo mismo, en una supuesta división natural.

Su obra

Entender la importancia que tiene el lenguaje para Monique Wittig es esencial para poder comprender su obra. Este lenguaje es un reflejo del sistema heteropatriarcal imperante, de modo que la autora francesa aboga por deconstruirlo y convertirlo en una herramienta que nos ayude a repensar el mundo. Así, tal y como dice en El Pensamiento Heterosexual, destruir el género en el lenguaje (o al menos modificar su uso), es una parte de su trabajo como escritora.

Wittig escribió novela, prosa, ensayos… En cada uno de sus escritos vemos reflejado su forma de entender el lenguaje. En El Opoponax, por ejemplo, su objetivo fue crear algo que estuviera inmediatamente más allá de los sexos, de modo que la división por sexos quedara desactivada. Para ello, emplea durante toda la obra el pronombre indefinido “on” -se en español-, que carece de género y número.

Otro ejemplo es El Cuerpo Lesbiano, una obra regida por el lesbianismo como propuesta política. Consta de una serie de poemas que transmiten eroticidad y violencia a partes iguales y que nos presentan cuerpos no sexuados para invitarnos a comprender los cuerpos más allá del binarismo sexual establecido.

La relevancia de su pensamiento

Monique Wittig es una figura muy importante en el mundo de la teoría feminista. Sus aportaciones no solo cuestionaron las bases del movimiento feminista de su época, sino que sirvieron también como base sobre la que se construirían otros pensamientos más adelante. Es el caso de la teoría queer, que se nutre directamente de las ideas de Monique Wittig.

Además, debemos recordar que la escritora francesa pertenece a una época en la que un amplio sector del feminismo rechazaba que las lesbianas formasen parte del movimiento. Ejemplo de ello es el concepto de “amenaza violeta” que empleó Betty Friedan para referirse a ellas. Por lo tanto, la teoría de Wittig visibiliza y reivindica también la existencia de un colectivo que estaba completamente invisibilizado dentro del movimiento feminista.

Tal y como hemos comprobado, las aportaciones de la autora francesa atraviesan distintas disciplinas. Fue a comienzos de los años 80 cuando su teoría revolucionó el mundo de los estudios feministas, pero lo cierto es que su pensamiento sigue estando vigente a día de hoy: nos ofrece herramientas muy útiles para comprender el funcionamiento del sistema de dominación heterosexual, nos obliga a replantearnos la categoría “Mujer” y nos demuestra la importancia de reinventar el lenguaje para volverlo más inclusivo y despojarlo de cualquier resto patriarcal que se presente en él.

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