Las fiestas están bien, son entretenidas y todo eso. Las fiestas en el Orgullo LGTB tampoco tienen nada de malo. No tienen nada de malo hasta que nos olvidamos de dónde viene todo. El Día del Orgullo LGTB viene de unas revueltas que tuvieron lugar en Stonewall (EE.UU.) en 1969. A pesar de esto, durante el mes del Orgullo, solo nos acordamos de ir de fiesta.

Estas revueltas tenían un trasfondo, y es que la policía realizaba allí redadas habituales. Aquel 28 de junio se revelaron en contra de las mismas; liderando la lucha mujeres trans negras y latinas. Definitivamente, lo que hoy consideramos como Orgullo LGTB vino de unas protestas en busca de conseguir la igualdad para el colectivo. Sin embargo, ¿en qué ha quedado todo esto?

Que las personas quieran ir de fiesta en el mes del Orgullo no tiene nada de malo. Al revés, poder ir de fiesta en entornos (supuestamente) seguros y disfrutar, es una maravilla. Pero, ¿y si nos equivocamos en muchas cosas? En varias ciudades surge un movimiento llamado «Orgullo Crítico», que busca reivindicar manteniendo el trasfondo que tuvo el orgullo desde el principio. Este movimiento surge como denuncia a cómo el Orgullo se está transformando.

El Orgullo cada vez más se está mercantilizando, y las empresas se adueñan del mismo. Empresas y empresarios que no se preocupan por las verdaderas necesidades del colectivo, sino por aumentar las ganancias que obtienen. Yo mismo lo he vivido reuniéndome con empresarios (organizando el Orgullo) y denunciando la transfobia, recibiendo negativas a buscar cambiar el discurso por una mayor inclusión. No solo eso, sino que el Orgullo se llena de lemas como «el amor es amor», lo cual deja a las personas trans fuera de ese discurso, cuando la propia lucha de Stonewall la iniciaron personas trans. Además, muchas personas del colectivo incluso denuncian sufrir agresiones en el mismo y discriminación, en muchas ocasiones por personas del colectivo.

¿Dónde quedaron las manifestaciones reivindicativas? ¿Dónde quedó la lucha incansable? En numerosos países sigue siendo ilegal pertenecer al colectivo LGTB, en algunos de ellos es castigado con pena de muerte. Y, tampoco es necesario irnos tan lejos, en España las personas trans siguen necesitando informes psicológicos para cambiar su DNI, recibiendo un trato desigual a las personas cis. Por no hablar de las numerosas agresiones a personas LGTB que ocurren en España.

Esto demuestra que aun queda mucho por avanzar, y el mes del Orgullo (y todos los meses, claro) es muy largo, lo suficiente como para ir de fiesta pero reivindicar también, y mantener el espíritu crítico y continuar con la lucha. Porque no debe terminar hasta que toda persona LGTB, en el lugar que sea, tenga los mismos derechos que una persona que no lo sea y socialmente no sea discriminada en ningún ámbito.

 

Imagen: The Huffington Post

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Un comentario en «Stonewall fue una revuelta, no una fiesta»

  1. ¿Stonewall lo iniciaron trans?
    Juraría que fueron lesbianas, gais y trans, todos a la vez. No es la ya la primera o segunda vez que leo que fue Marsha quien tiró la primera piedra, o Sylvia no se qué. Mentira. Marsha ya dijo que llegó cuando toda la revuelta había comenzado.
    Yo no sé que pretendéis con ese discurso, la verdad. El revisionismo histórico y la lucha identitaria por querer ver quién es más que quién dentro del colectivo – por todas las partes implicadas- nos está nublando el cerebro.

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