Es noticia durante estos días la quiebra de la ‘irrompible’ empresa Duralex. La marca de la vajilla que constituyó la seña distintiva de toda una generación se ha visto obligada a cerrar sus puertas tras haberse declarado en quiebra esta semana. 

 

Seguro que la mayoría de nosotros recordamos haber comido alguna vez de aquellos platos con un característico color ámbar en casa de nuestros abuelos. Al fin y al cabo, nos criamos rodeados de objetos que permanecen en nuestra memoria para siempre, y es por ello que, cuando crecemos, esos objetos adquieren un gran valor sentimental. Cuando hablamos de Duralex, hablamos de nostalgia, pero también de resistencia. Desarrollada en los años treinta por ingenieros de Saint-Gobain, fue diseñada como una vajilla inquebrantable que aguantó décadas (en muchos casos, aún hasta el día de hoy) en los armarios de miles de cocinas, algo que no era común en aquella época. Hartos de que hubiese que reemplazar continuamente los objetos de uso cotidiano, las familias veían por fin en este producto un pequeño alivio económico. 

 

Duralex, cuyo nombre proviene del romano ‘Dura Lex Sed Lex’ en alusión a su dureza, fue ideado como el vidrio definitivo. Inicialmente fue pensado para fabricar lunas de automóviles, y más tarde fue adaptado a la fabricación de vasos y platos. Lo lanzaron al mercado en 1945, y el éxito fue absoluto. La compañía constituyó la renovación de los hogares europeos y la derrota de las vajillas de cerámica. ¿El secreto? Un vidrio templado a una temperatura de entre 575 y 635 grados, sometido después a un shock térmico de aire frío. Esto provocaba que, cuando se caían, rara vez se rompían, y si lo hacían, se formaban trozos que apenas cortaban.

Las vajillas transparentes fueron las primeras en llegar, y luego se fueron incorporando las de color ámbar y verde. Contaban con pocas colecciones y una escasa variación del diseño original. 

En España ganaron mucha popularidad, pero también tuvieron una gran proyección internacional, llegando a aparecer incluso en grandes producciones de Hollywood. Recordamos algunas de estas apariciones como muestra de su éxito: 

 

En producciones nacionales fue recurrente el uso de esta vajilla como decorado. Prueba de ello son los innumerables capítulos de la serie ‘Cuéntame cómo pasó‘ ambientados a finales del siglo XX, en los que la mesa donde comía la familia Alcántara era prácticamente igual que las mesas de las casas españolas de aquella época.

 

Los inconfundibles platos en la serie española 'Cuéntame' / Fuente: YouTube
Los inconfundibles platos en la serie española ‘Cuéntame‘ / Fuente: YouTube

 

Pedro Almodóvar también incluyo los vasos de color ámbar en su película ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?‘ (1984), acompañados de cerámicas kitsch, muebles peculiares y cuadros paisajistas.

Escena de la película ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ / Fuente: YouTube

 

Colecciones como la ‘Gignone’ o la ‘Picardie’ fueron adoradas mundialmente, provocando que muchas familias se movilizasen hasta Francia para adquirir ejemplares de aquel menaje tan codiciado. 

 

Estas dos colecciones fueron tan sonadas en el ámbito internacional, que incluso Indiana Jones y James Bond bebían whiskey con vasos Duralex. Concretamente, el modelo Picardie de 31cl fue el más popular en el cine. Lo vemos en películas del agente 007, como ‘GoldenEye‘ (Martin Campbell, 1995), ‘Quantum of Solace‘ (Marc Forster, 2008), o ‘Skyfall‘ (Sam Mendes, 2012); y en otras como ‘Gangs of New York‘ (Martin Scorsese, 2002) o ‘Blue Jasmine‘ (Woody Allen, 2013).

 

 

Imagen del agente 007 en ‘GoldenEye‘ / Fuente: YouTube

 

 

Fotograma de ‘Skyfall‘ / Fuente: YouTube

 

 

Indiana Jones en ‘Indiana Jones en busca del arca perdida‘ admirando un vaso Duralex / Fuente: YouTube

 

 

Escena de ‘Gangs of New York‘ / Fuente: YouTube

 

 

Fotograma de ‘Blue Jasmine‘ / Fuente: YouTube

 

Pero pronto aparecerían empresas como Ikea, y fue entonces cuando Duralex empezó a ‘aburrir’ poco a poco a sus consumidores. Quizás sí que era un producto perfecto, pero cayó en una espiral de monotonía.

Con el paso de los años y la entrada de estilos decorativos más modernos cada vez se iban adquiriendo menos unidades, pues mientras nos quejamos de la obsolescencia programada seguimos prefiriendo comprar una vajilla con un diseño innovador antes que una que cumpla realmente su función. 

 

Una de las campañas de Duralex decía ‘Hoy. Mañana. Siempre’. Y es que, a pesar del cese de la producción de estos preciados objetos, su legado quedará grabado en nuestras memorias y en las de nuestras generaciones próximas, quienes conocerán el irrompible vidrio de hierro gracias a nuestros recuerdos y también gracias al cine.

 

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