El horóscopo se encuentra a día de hoy en su momento de máximo auge, impulsado principalmente por las nuevas tecnologías.

Podemos encontrar collares, pendientes, pulseras, y todo tipo de Merchandising relacionado con nuestro signo zodiacal. Se trata de un modo de identificarnos y sentirnos parte de algo. Vinculamos todo lo que dice nuestro horóscopo con aspectos de nuestra vida diaria. A este hecho se le conoce como “sesgo de confirmación”, que viene a ser la tendencia a ratificar nuestras creencias, ignorando a las hipótesis científicas. Por otro lado, se conoce como “Efecto Forer” al fenómeno de identificarnos con descripciones sencillas y vagas que parecen describirnos. Su nombre se debe a un experimento que realizó Bertram R. Forer, en el que entregó a un grupo de estudiantes los resultados de sus test de personalidad. Todos tenían la misma hoja de resultados, y sin embargo el promedio de la evaluación fue de 4.26/5. Forer había utilizado información de una columna de astrología de una revista aleatoria. Ningún estudio ha podido comprobar la influencia de la astrología en nuestra personalidad.

Según la psicóloga Belén Gil, las personas que recurren al horóscopo tienden a ser personas que buscan generar coherencia. Son en su mayoría Millennials y la Generación Z quienes parecen respaldar ciertos comportamientos relacionándolos con su signo zodiacal. Si alguien es muy dramas, “es que soy Piscis”. Si es egocéntrico, “no lo puedo evitar, soy Leo”. No podemos echarle la culpa a la fecha en la que hemos nacido para actuar de determinada manera o dejar que nos influya tanto como para que dejemos de hacer determinados planes o incluso aplazar eventos. Se ha convertido en una especie de comodín.

Incluso hay personas que descartan a otras para mantener relaciones personales, como en una especie de purga.

¿Hasta qué punto puede afectar el horóscopo a nuestra personalidad y vida diaria?

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