La tercera edición de La isla de las tentaciones aparece pisando fuerte, hasta el punto de alcanzar más de 3 millones de espectadores en el primer programa. 5 parejas en crisis viajan a un destino paradisíaco para poner a prueba su relación. Separados en dos casas, conviven con diversos solteros y solteras que pondrán a prueba su fidelidad. ¿Puede acaso la traición fortalecer una relación?

Infidelidades y reproches entre las parejas sería un buen resumen de este reality. Y es que, se reúnen todas las condiciones para ello: una mansión y 10 solteros buscando el amor. ¿Reflejan estas parejas la realidad de las relaciones de hoy en día? Relaciones donde la toxicidad es la característica principal.

Se puede apreciar la falta de comunicación y confianza entre las parejas. La mayoría consideran la infidelidad sexual como la mayor de las traiciones, pero quizá la infidelidad emocional sea peor, menos evidente y más difícil de juzgar.

Por otra parte, pongámonos en su situación. Un mes sin ver a tu pareja, en una mansión en medio del paraíso, con 10 solteros buscando el amor que han sido minuciosamente elegidos para que caigas en la tentación. Te aíslas de la realidad y puedes llegar a la conclusión de que quizá ya no necesitas tanto a tu pareja.

El target del programa es principalmente público adolescente, en el que son evidentes los comportamientos mayoritariamente tóxicos en pareja fomentados, sobre todo, por las redes sociales. Por ello a este tipo de público no le sorprende los comportamientos que tienen los concursantes, frente al público más adulto.

La isla de las tentaciones se configura como un arma de doble filo: puede hacernos aprender o, por el contrario, promover las relaciones tóxicas.

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