Se dice que a la tercera va a la vencida. Ayer, 29 de marzo, Van Morrison pisó por fin el Wizink Center después de dos cancelaciones. El concierto, que estaba previsto para el pasado 22 de octubre, se aplazó para diciembre, y volvió a moverse a esta tercera fecha. Ahora sí, Madrid volvió a rugir con el León de Belfast

Y no lo hizo solo. Un total de 8 componentes, incluyendo al cantante irlandés, tocaron ante los miles de espectadores. Un cantante, una corista, un saxofonista, un teclista, un batería, una percusionista, un bajista y un guitarrista. Todos en perfecta sintonía. Incluso separados provocaron el asombro del público, que no paraba de aplaudir entre los diferentes solos. Ya me lo comentaba uno de los asistentes tras finalizar el concierto: “Menuda bandaza”. 

 

Un sombrero blanco y gafas de sol

Puntualidad británica (o, mejor dicho, irlandesa). Eran las ocho y media de la tarde cuando el estadio apagó todas las luces. Las ocho y treinta y uno, cuando un conocido señor de 76 años se unió a la banda que le esperaba en el escenario. Entre vasos de cerveza y linternas del móvil, algunos seguían buscando su asiento, siempre fieles a la puntualidad española. Pero nada impidió que el comienzo fuese espectacular. “Van the Man” surgía de entre las sombras con su característica fedora blanca, gafas de sol y un traje azul marino. Entre aplausos y silbidos, Morrison prefirió no decir nada, para empezar de lleno con el concierto. ¿El primer plato? Una pieza musical, “Caledonia Swing”, con el cantante al saxofón, instrumento que domina con maestría desde niño. 

 

Nuevas y archiconocidas

Aunque han pasado 55 años desde su primer álbum de estudio, Van Morrison continúa creando. Su último trabajo, “Latest Record Project Volume 1”, resonó en las paredes del Wizink con la canción que da nombre al disco, “Deadbeat Saturday Night” y “Double Agent”. Eso sí, siempre al estilo del blues, jazz, R&B y soul. La noche continuó con temas incluidos en varios álbumes, que ya son más de cuarenta. Desde “These Dreams of You”, “Precious Time” o “Carrying a Torch”, hasta “Laughing and Clowning”, “Broken Record”, “Help Me” o “Think Twice Before You Go”. En algunas, alternando el saxo con la voz. En otras, incluso se animó con la armónica, como en “I Can Tell”. 

Además, hubo tiempo para versiones. El clásico de  Woody Guthrie , “Dead or Alive”, inspiró al propio Van Morrison a menear levemente las caderas, más animado que en canciones anteriores. Sorprende que a sus casi 80 años, el artista se mantuviera en pie de principio a fin. También para recordar viejos tiempos, con un par de temas de Them, el grupo que formó en su juventud: “Baby Please Don’t Go”, o la apoteósica “Gloria”, que puso el broche final al concierto. 

Pero no sin antes dar algunos caramelitos al público. Tres míticos temas, especialmente coreados entre el público: “Someone Like You”, “And It Stoned Me” y, por supuesto, Brown Eyed Girl”. Eso sí, para esta última se hizo de rogar, como buena estrella que es. Fue interpretada tras una primera despedida, volviendo al escenario para cantarla por enésima vez en toda su carrera. El público lo recibió efusivamente. 

 

La estatuilla dorada

Hace menos de una semana que se celebraron los Óscar, premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en Estados Unidos. Van Morrison, nominado a mejor canción original, fue invitado a interpretarla en la gala. Pero por razones de calendario, no fue posible. El tema es “Down To Joy”, incluido en la banda sonora de la película “Belfast (Kenneth Branagh, 2021). Aunque no ganó, el micrófono dorado que sostenían sus manos pronto sustituyó a la estatuilla de oro. Puede que los Óscars no disfrutaran de su canción, pero sí lo hizo Madrid. Y de qué manera. Con palmas, silbidos, y hasta algún baile. Y, pese a su corta estatura, Van Morrison logró distinguirse. No solo por su radiante sombrero, sino por el talento de toda la banda. La esencia “mística” propia de una leyenda

 

Alrededor de 20 canciones marcaron la sinfonía durante más de hora y media de concierto. Sin apenas interacción con el público, y sin pausas entre canción y canción; todo se perdona cuando el talento crea una atmósfera tan bonita. Ni siquiera Ramón Arroyo, guitarrista de Los Secretos, quiso faltar a la cita en el Wizink. Un concierto bastante íntimo que continuó siendo el centro de la conversación una vez finalizado. Al salir, el metro se llenó de personas que revisaban los vídeos que habían grabado. Unos, en silencio. Otros, cantando alegres a lo largo del vagón. 

 

Van Morrison, ayer en el Wizink Center de Madrid / Jorge T. Gómez
Van Morrison, ayer en el Wizink Center de Madrid / Jorge T. Gómez

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2 comentarios en «Van Morrison: días como este»

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