Con una emblemática sesión de fotos y posterior entrevista en el Buckingham Palace, el 24 de febrero de 1981, la entonces desconocida Lady Diana se presentaba ante las cámaras y el mundo como la prometida del príncipe y, por tanto, la futura reina de Inglaterra. Ya en aquellas primeras imágenes, el carisma de Diana de Gales resaltaba entre la sobriedad del ambiente. Y es que con tan solo diecinueve años (él, treinta y dos), la joven Diana se enfrentó por primera vez aquel día a las grandes presiones mediáticas que la acompañarían hasta el final de su vida. 

 

¿Cómo comenzó todo? La pareja se conoció informalmente en la casa de los Spencer, padres de Diana, cuando ella tenía dieciséis años. El príncipe, que fue a la casa para asistir a una cacería, ya tenía pequeños lazos con la familia de ella, pues había salido con la hermana de Diana, Sarah. Además, ambas familias se conocían formalmente (de hecho, la reina Isabel II ya había asistido a la boda de los Spencer en 1954). Ese primer encuentro provocaría más tarde un interés mutuo (como podemos sospechar, más por una parte que de otra) que desencadenaría en medio año de relación secreta. El compromiso no tardó demasiado en salir a la luz, casi un mes después de la proposición de matrimonio, y el resultado fue una enorme explosión mediática

 

 

 

Vestida con aquella icónica chaqueta azul, el elemento más brillante de la escena (además de Diana, claro) era el anillo de compromiso, un zafiro rodeado de diamantes. Dicho anillo, que hoy lleva la que hubiera sido su nuera, Kate Middleton, acabó convirtiéndose en el anillo de compromiso más famoso de la historia, con numerosas imitaciones en todo el mundo. Y no es de extrañar que esto sea así, ya que el amor hacia la ‘princesa del pueblo’ fue tal que provocó, y sigue provocando, una empatía y admiración sin precedentes

 

Durante el encuentro con los periodistas, la princesa respondía tímidamente con una sonrisa ante las persistentes preguntas de los medios, aglutinados en el Palacio de Buckingham con el objetivo de observar de cerca a la ‘joven afortunada’ que había encandilado al príncipe. Pero, como sabemos, lo que entonces comenzaba como un cuento de hadas se convertiría con el tiempo en una terrible desgracia. 

Tan icónica fue la presentación de la futura princesa, que la serie The Crown recreó la entrevista en la cuarta temporada, dándole un cauteloso enfoque a las emociones presentes en aquel momento y a las consecuencias que provocaría el compromiso. Además, contó con una recepción asombrosa por parte de la audiencia. 

Fotograma de la serie The Crown // Fuente: Netflix

 

“Whatever ‘in love’ means”, traducido al español como “sea lo que sea que signifique ‘estar enamorado’”, fue la frase más señalada de la entrevista. Después de que un periodista preguntara a los recién comprometidos si había amor en la relación, Lady Di respondió con un “¡por supuesto!”. Pero la respuesta de Charles, seguida de un incómodo silencio, resultó abrumadora para Diana, como narra ella misma en las conversaciones recogidas por el documental Diana: In Her Own Words, disponible en Netflix. 

 

Pero… si no estaba enamorado de Diana, ¿de quién lo estaba? Entra en escena Camilla Parker Bowles, la verdadera amante del príncipe Carlos. La historia da para escribir varios libros sobre el tema, y es que, tras una relación intermitente e informal con Camilla desde su juventud, el príncipe conoció a Diana, considerada por la familia real como más apta para el trono. Fue por ello, junto con otras razones, que Carlos optó por casarse con Lady Di. Según las palabras de Diana, Camilla estuvo presente desde el comienzo de su relación, y en su matrimonio “éramos tres”

La boda tuvo lugar ese mismo año, 1981, y todo el mundo se quedó inmóvil ante la televisión para observar cómo la inocente novia daba el ‘sí, quiero’ a un príncipe que estaba en realidad enamorado de otra persona. Una vez celebrada la boda, y con dos hijos en común, el matrimonio fue disolviéndose. 

 

Finalmente, Carlos y Diana se separaron en 1992, divorciándose oficialmente en 1995, no sin desarreglos físicos y emocionales por parte de Diana de Gales. Con apenas treinta y seis años, Diana falleció en un accidente de tráfico en 1997, perseguida por numerosos paparazzi, ante las miradas atónitas de una devastada sociedad que sí se había enamorado verdaderamente de ella. 

 

 

 

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