No podemos seguir permitiendo que se normalice la vulneración de los derechos más básicos de cualquier ser humano, mucho menos cuanto se trata de prácticas radicalmente penadas en España.
No podemos seguir permitiendo que se normalice la vulneración de los derechos más básicos de cualquier ser humano, mucho menos cuanto se trata de prácticas radicalmente penadas en España.