El 28 de diciembre de 1895, los hermanos Lumière proyectaron públicamente la salida de obreros de una fábrica, el derribo de un muro, la llegada de un tren y un barco saliendo del puerto. Era la primera vez que la mayoría de los espectadores veían imágenes en movimiento: estaban ante el nacimiento del cine. La leyenda popular dice que los asistentes se asustaron con las imágenes de un tren en movimiento, que parecía acercarse hacia ellos, sin embargo, no se ha podido comprobar que así fuera.

El invento se extendió rápidamente, y en 1897 ya podíamos encontrar en Zaragoza algunos locales y cafés en los que se hacían proyecciones, como el célebre Café Ambos Mundos. El kinematógrafo (proyector primitivo) aterrizó en Zaragoza antes que en cualquier otra ciudad española. La capital aragonesa fue durante años un referente en la distribución, realización y proyección del séptimo arte. Lo que podemos considerar como el primer cine de la ciudad, se abrió en 1899. Con el nombre de Teatro Variedades, ofrecía sesiones regulares de cine. Se situaba en el Paseo de la Independencia 24, hasta que en 1934 fue sustituido por el Cine Actualidades, que permaneció abierto hasta 1979.

A partir de 1905, se abrieron las primeras salas destinadas exclusivmente al cine. El Coyne o el Novelty fueron algunos de estos primeros recintos, aunque el más célebre de estos primeros cines fue el Alhambra. Se encontraba en el número 28 del Paseo Independencia y tenía una capacidad de 850 espectadores. Destacaba por su decoración neonazarí, que contrastaba con el estilo modernista de la mayoría de salas de la época. Pese a ello, contó desde el principio con sistemas de calefacción, proyección o seguridad muy modernos para la época. Permaneció hasta 1965, y en el mismo lugar se levantó el Cine Avenida.

Dicho cine, era propiedad de la empresa Parra, junto a Quintana, una de las más importantes del sector en Zaragoza durante décadas. Unos años después, en 1979, se cerró para construir en su lugar el Centro Independencia (El Caracol), que llegó a albergar tres salas de proyecciones. Otro ejemplo de ello es el Cine Doré, en el número catorce. Sobrevivió a la época de la Guerra Civil, muy dañina para el cine y en la que numerosas salas tuvieron que echar la persiana. Fue rebautizado como Cine Dorado y conocido por sus pinturas abstractas y expresivas. Cerró en 1980 y en la actualidad se ubica un salón de juego con el mismo nombre.

En el mismo paseo encontrábamos el Cine Coliseo Equitativa. Inaugurado en 1949, fue diseñado por los arquitectos Manuel Martínez de Ubago y José de Yarza García. Echó el cierre en 1999, y en la actualidad se encuentra una tienda de una multinacional de ropa. Cerca de aquí, en la calle Cinco de Marzo, estaba el Frontón Cinema. Como su nombre indica, la sala previamente había sido un frontón, abierto en la década de los 30. Era una de las salas más económicas e incómodas, careciendo de aire acondicionado. En los años 70 se convertiría en pista de hielo, y actualmente es un supermercado.

En la zona de la Plaza San Miguel, antes de la llegada del cine era habitual la existencia de locales que funcionaban como puestos de feria. Enrique Farrús Piñol era uno de los empresarios dedicados a esto, con su empresa Farusini, se estableció en una ubicación fija donde ofrecía un espectáculo de cine mudo con animadores y vedettes. Se dice que en este lugar, Buñuel descubrió el cine. Años después, en 1932, en la misma ubicación se levantaría el Cine Goya, en funcionamiento hasta el año 2005.

Pero si hay un cine célebre en esta zona, aunque sea por que es el único que permanece abierto en la actualidad, ese es el Cine Palafox. Diseñado por José de Yarza y Teodoro Ríos con un estilo moderno, se inauguró en 1954. Muy cerca de éste, contemporáneo y proyectado por los mismos arquitectos, estaba el Cine Rex, cuya entrada se efectuaba por la calle Cinco de Marzo. Fue el primero en contar con sistema Cinemascope (pantalla extendida). Años después, las salas del Rex, Palafox y Dorado se unirían para formar lo que hoy conocemos como Palafox las Salas. Un superviviente en una época en la que progresivamente, los proyectores se van apagando.

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