Hay una pregunta que ronda mi cabeza desde que vi esta película, ¿por qué no sabía nada de esta mujer? Y es que hablando con una amiga al salir del cine nos dimos cuenta de que apenas sabemos cómo ha evolucionado el mundo y a quién le debemos nuestros derechos.

Una cuestión de género es un biopic que nos muestra una de las tantas historias de las mujeres que han cambiado el mundo. En este caso el foco está en Ruth Bader Ginsburg, que actualmente es una de las juezas del tribunal supremo en Estados Unidos. Aunque en la propia película no vamos a poder ver toda su vida, como en otras de este género, sí vamos a ser partícipes del caso más importante para su carrera. Ese que hizo que todo comenzara a girar, irónicamente, es el primer caso en el que se discrimina a un hombre por cuestiones de género y no uno de los miles de casos de discriminación a mujeres.

El reparto está impecable de principio a fin. Cuenta con unos actores que bordan cada mínimo detalle, gesto o mirada. Empezando por el marido de Ruth, Martin Ginsburg, interpretado por Armie Hammer (Call Me by Your Name) como principal aliado feminista y apoyo de la protagonista. La complicidad entre ellos es abrumadora, el cariño se transmite a través de la pantalla. Pero sin duda la que carga con todo el peso del film es Felicity Jones  (Rogue One) dando vida a Ruth. Solo con la mirada se puede ver la rabia y la incomprensión de los obstáculos que tiene que superar su personaje. Completando el reparto también tenemos a los fabulosos Justin Theroux (Maniac), Stephen Root (Barry), Sam Waterston (El caso Sloane) y Kathy Bates (American Horror Story). La delicadeza con la que está grabada toda la pelicula es impresionante, se nota que está dirigida por una mujer, concretamente por Mimi Leder (The Leftovers, Shameless). Y que además cuenta con el sobrino de la auténtica Ruth, Daniel Stiepleman, debutando para el guión, dándonos así más detalles personales en ella.

Los primeros minutos ya nos transmiten toda la simbología de la película, cómo Ruth se va a colar en un mundo dominado por los hombres. Aunque las puertas se han abierto en Harvard para las mujeres, no les dan la oportunidad de expresarse, no se valora su trabajo de la misma forma. Hay pequeños detalles, conversaciones, que la directora ha querido mantener y mostrar, micromachismos que día a día siguen siendo constantes en nuestra sociedad. Hemos avanzado mucho como sociedad, pero aún no está todo ganado. A día de hoy a cualquier mujer le han hecho las mismas “sugerencias” y comentarios a Ruth. El hecho de ir a una entrevista de trabajo y que te pregunten si tienes pensamientos de quedarte embarazada o si vas a tener más hijos, eso hace que peligre tu situación en la empresa o que directamente no piensen en contratarte.

 

 

Uno de los más impactantes para mí fue “¿por qué no pruebas a sonreír más?” mientras preparaban la defensa de un caso de discriminación por género, el caso en el que se centran en la película. Es tan representativo ese momento. Hace que nos paremos a pensar en por qué las mujeres son las que tienen que tener siempre una sonrisa en el rostro, ser dulces y amables, aunque estén ante un caso grave, aunque estén hablando de algo que no es para nada sencillo ni agradable. Hay momentos en los que no hay que sonreír, y aún así le obligan a mantener una fachada para que su discurso sea efectivo. Para que se la tenga en cuenta.

Es triste pensar que a día de hoy hay muchos de estos aspectos que aún no se han superado. No hay más que ver la problemática que hubo con el cartel de Capitana Marvel, la cual también tiene un trasfondo más que interesante que analizamos hace unas semanas aquí, en el que algunos fans pedían que sonriera más. Cuando el resto de superhéroes de Marvel no lo han hecho nunca. ¿Por qué existe esa necesidad de la sonrisa permanente?

En Una cuestión de género nos muestran cómo el feminismo se va abriendo paso en la sociedad. Detalles tan simples como el cambio de vestuario, la posibilidad de ir en pantalones por ejemplo. Otra escena que se ha quedado grabada a fuego en mi retina fue en la que su hija le dice que no se tiene por qué quedar callada cuando les piropean por la calle. Ese instante es que hace que vea que puede conseguirlo, que ese futuro con el que lleva soñando tanto tiempo ha llegado. Que no es una idea tan loca, que la sociedad está preparada para los cambios, que una nueva generación está dispuesta a luchar.

Una cuestión de género es inspiradora y reveladora. Cuenta la historia de una de tantas mujeres que han cambiado el mundo, de las que por desgracia conocemos muy poco. Es una película necesaria que nos hace replantearnos cuántos de esos derechos que tenemos van a seguir ahí con los tiempos que corren. Es prácticamente imposible que salgas del cine sin ganas de luchar, y eso no es tarea fácil.

 

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